En Maristas, el 9 de marzo, saltaron todas las alarmas. El familiar de uno de los alumnos había dado positivo y «había que informar a las familias sin alarmar y teniendo mucho cuidado con los datos que dábamos. Teníamos que buscar el equilibrio. ... Fue un día horroroso», cuenta el director del centro, Adolfo Lezana. Al día siguiente les dijeron que había que cerrar el centro y «la sensación entre todo el profesorado era que estaba absolutamente todo infectado, paredes, pupitres... Era como que nos teníamos que ir ya, medio en estampida», relata. «Hubo una psicosis, una prisa, un Dios mío, aquí dentro como que me ahogo». Tras aquel cierre, nadie volvió en muchas semanas.
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El día 11 ya estaban todos en sus casas y era necesario hacer el traspaso de lo presencial a lo virtual. No obstante, los informáticos del centro, como se intuía que eso podía ocurrir, ya habían formado a los chavales de Bachillerato en el uso del 'Team', una aplicación que podría permitir impartir las clases en casa. «Fue mano de santo porque el miércoles no dimos ninguna asignatura 'on line', pero el jueves ya empezaron con los alumnos de Bachillerato». La misma dinámica se extendió a los días a la ESO y «poco después hicimos nuestros pinitos en Primaria y en Infantil con mucha menor carga lectiva porque es otro tipo de exigencia». Al final, «salimos bastante airosos del paso» para continuar con la docencia a distancia, en un principio, por quince días, pero «fueron cayendo las semanas, así como a lo tonto, y nos vimos en mayo con nuestra docencia en línea y con la tranquilidad de que dos tercios del curso ya habían sido evaluados», narra. Reconoce que hubo contenido sin impartir y «una especie de rebaja de exigencia que permitió más promociones». Y aquello se ha notado este año en determinados grupos de alumnos.
A su juicio, ha habido secuelas académicas y psicológicas. Los chavales están «anímicamente un poco más serios de lo que habitualmente es un adolescente», describe. Y es que un confinamiento a esa edad es «francamente complicado». «Los amigos son una parte muy importante y no los puedes ver y si los ves es a través de una pantalla; al final, terminas con cierto hartazgo de pantalla», sostiene.
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