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El coronavirus causa secuelas en todos los sentidos. Los síntomas más comunes de este virus, como la fiebre, el dolor muscular o la dificultad respiratoria son conocidos por todos. Pero también puede ocasionar la pérdida de los sentidos del gusto y del olfato como una manifestación más de la enfermedad. De hecho, se calcula que estos síntomas están presentes en torno al 80-90% de los pacientes contagiados y con sintomatología por COVID-19, según indica el otorrinolaringólogo del hospital San Pedro, de Logroño, Fernando Salazar.
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Estas afecciones suelen producirse una vez transcurridos los cuatro o cinco primeros días de la infección y rara vez aparecen como única manifestación del virus. «La pérdida del gusto y del olfato se produce de manera muy temprana y suele ir acompañada del resto de los síntomas», explica el otorrinolaringólogo. Todo esto puede producirse por diferentes motivos, pero el origen más común «suele ser la infección de las células nerviosas de la cavidad nasal», añade Salazar.
El periodo de recuperación de la pérdida olfatoria es variable en el tiempo. La mayoría de los pacientes afectados recuperan el olfato en cuanto desaparecen el resto de síntomas que acompañan a la infección, por ejemplo la fiebre o la tos. Pero también hay enfermos que pueden tardar entre dos y tres meses en restablecer la función perdida. «Lo normal es que el 44% de los pacientes recupere la función olfatoria dentro de los ocho días de la resolución de los síntomas de la COVID», afirma el otorrinolaringólogo.
Fernando Salazar | Otorrinolaringólogo
Sin embargo, también puede darse el caso de pacientes que no lleguen a recuperarla del todo. El problema es que no hay estudios publicados que se refieran a esta cuestión. «No se sabe cuál podría ser el tanto por ciento de afectados. Primero, estas personas tendrían que venir referidas por su médico de atención primaria al Servicio de Otorrino, situación que no suele darse porque la mayoría superan este síntoma en un mes o dos», añade Salazar.
Por eso, para aquellos pacientes que no recuperen el olfato en su totalidad, o bien que padezcan anosmia, una pérdida absoluta del olfato, existen diferentes tratamientos que pueden ayudar a recuperar dicha capacidad olfativa, de los cuales, el entrenamiento olfatorio se erige como la mejor opción.
«Las personas que pasado un tiempo prudencial, por ejemplo dos semanas tras obtener un resultado de la prueba PCR negativa, continúan sin olfato, se pueden someter a una rehabilitación olfatoria que consiste en oler diferentes frascos de aceites esenciales para tratar de identificar cada aroma», explica. Este tratamiento forma parte de una rutina diaria de dos sesiones de mañana y tarde, de unos diez minutos de duración, respectivamente, y durante varios meses. El paciente debe oler una serie de tarros numerados con diferentes olores que van desde el limón hasta el eucalipto o el clavo.
El Servicio de Otorrino del hospital San Pedro también dispone de otros tratamientos «que incluyen corticoides locales o electroestimulación galvánica bulbo olfatoria, pero ninguno de estos métodos ha demostrado ser superior a la rehabilitación del olfato mediante las técnicas de reeducación olfatoria», asegura el doctor.
El coronavirus, además de provocar la pérdida olfatoria, puede desencadenar sensaciones de parosmia, «una distorsión del sentido del olfato en la que puedes oler tabaco o incluso a wáter cuando no se corresponde con la realidad, porque es una percepción distorsionada», explica Salazar. Una secuela que, por suerte, también desaparece tras un periodo de tiempo, en concreto tras uno o dos meses.
Y, en cuanto al gusto, al menos por el momento, está peor estudiado. De hecho, todas las rehabilitaciones van a recuperar el sentido del olfato más que el del gusto, «porque este se recupera mucho antes que el olfato» y, también, porque «la capacidad olfatoria es mucho más fina».
Los síntomas más comunes del COVID son la fiebre, la tos persistente o la sensación de falta de aire, con el inconveniente que esto supone para diferenciar esta enfermedad de un catarro o de un resfriado común.
Sin embargo, una de las claves que favorecen su identificación se encuentra en las alteraciones del gusto y del olfato, que sirven como pista, aunque no como evidencia científica y exacta en todos los casos, para distinguir dichas infecciones. «Una cosa es no oler debido a una congestión nasal, que es síntoma de resfriado; y otra muy distinta es que que se haya perdido el sentido del olfato y del gusto», manifiesta Salazar. De ahí que la pérdida del gusto impida que la lengua reconozca y distinga los cuatro sabores elementales: salado, ácido, dulce y amargo. «A veces se pierde el olfato y otras se pierde el olfato y el gusto», añade.
Sin embargo, aquí no hay nada exacto. «La prueba principal para detectar el coronavirus es la prueba PCR. Pero hay que tener en cuenta que la congestión nasal, es decir, tener mocos, y no respirar bien por la nariz puede ser sinónimo de rinovirus, de catarro común. Mientras que los síntomas congestión nasal, pérdida del olfato y pérdida del gusto sugieren ser COVID», concluye el otorrinolaringólogo.
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Estíbaliz Espinosa | Logroño
Carmen Nevot | Logroño
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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