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No hay datos oficiales; no hay información concreta sobre lo que está pasando en Santo Domingo de la Calzada, ni en ningún otro lugar. El Gobierno regional gestiona la situación como un foco comunitario y solo facilita cifras generales. Sin embargo, la realidad canta, más en una localidad de unos 6.300 vecinos, donde separado el trigo de la paja que circula por los 'mentideros', más o menos se sabe lo que pasa y que los fallecidos por Coronavirus se cuentan por seis al menos. Demasiados, para ser tan pocos. Lo han dicho sus propios familiares, que no solo han perdido a un ser querido sino que apenas han podido despedirse de él ni sentir ese calor humano que rodea siempre a un deceso. Quizá por eso, la mayoría de ellos han decidido hacerlo público, bien en redes sociales o por otra vía, sin esconder la causa que ha acelerado y agravado las patologías que todos ellos tenían.
Esa obligada falta de acompañamiento social en el duelo ha quedado de alguna manera compensada este lunes, con todas las limitaciones que la situación actual comporta, con una iniciativa ciudadana que ha hallado un importante eco en los balcones y ventanas de la ciudad. A las ocho de la tarde -esa hora que se ha convertido ya en una cita con el exterior para los millones de españoles confinados en sus casas-, los calceatenses han salido con luces y han guardado silencio. Durante dos minutos, las campanas de la torre han repicado a difunto, acompañando con su triste sonido el emocionado recuerdo y homenaje del paisanaje para con sus convecinos fallecidos, ya fuera la causa el Covid-19, muerte natural o cualquier otra. Todos necesitan apoyo moral en estos duros momentos y para todos ellos ha ido dirigido el aplauso que ha sonado por toda la ciudad en cuanto las campanas han cesado.
Tras ello, la normalidad: la llamada a misa (online), también con las campanas de la torre exenta; la megafonía del vehículo de la Policía Local, que como cada día al caer la noche recorre las calles poniendo música, como una suerte de arenga para levantar los ánimos que no pueden decaer. Y en el interior de cada casa la vida ha seguido, epilogando un día más, a modo de cuenta atrás del mal sueño del que todos despertaremos para abrazar de nuevo a la vida tal y como la conocíamos antes del Covid-19. Más o menos...
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