«A los usuarios habituales se suman nuevas personas que vivían en el límite de la vulnerabilidad, con contratos precarios, temporales, a tiempo parcial, familias monoparentales, empleadas de hogar o personas que vivían de la economía sumergida». Así resume Fernando Beltrán, director de Cáritas, ... el perfil del nuevo beneficiario que, a través de las parroquias, llama a las puertas de esta institución. También hay familias cuyos hijos, al cerrar los centros, ya no pueden comer en los colegios e inmigrantes sin papeles que no pueden acceder a ayudas oficiales.
Lo cierto es que la crisis sanitaria ha empujado a muchas personas a la miseria y eso se nota en las cifras. De las 3.090 personas beneficiadas por algunos de los servicios que presta la entidad, 629 son nuevas, y del total 2.614 reciben alimentos.
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1.070
llamadas recibidas desde que comenzó la crisis.
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3.090
personas beneficiadas, de las cuales 629 son nuevas.
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2.614
personas, del total de beneficiadas, recurren al reparto de alimentos y 476 han recibido una ayuda económica.
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37.694,98
euros concedidos en ayudas económicas, de los cuales 14.990,95 euros han ido a participantes nuevos.
Además, en este tiempo se han atendido 1.070 llamadas telefónicas y se han concedido más de 37.000 euros en ayudas, el 40% a usuarios nuevos.
De cara a un futuro próximo, en el que teme que la crisis se mostrará aún con más crudeza, en Cáritas están preparando ya un plan de choque. De hecho, según explica Beltrán, están en contacto con todas las administraciones, ayuntamientos, Gobierno y Delegación del Gobierno para coordinar esfuerzos.
Desde esta institución trabajan en dos frentes. El primero es el inmediato «para atender a las personas que nos necesitan, que son las más vulnerables y con ellas estamos al pie del cañón». Pero también «observamos y analizamos, porque «junto a esta crisis viene una crisis económica y social cuyos efectos vamos a ir viendo a corto, medio y largo plazo», señala.
Si el informe Foessa desvelaba que 38.000 personas de La Rioja están en riesgo de exclusión social, «ahora este riesgo es mucho más severo» y aunque a medida que en la llamada desescalada se empiecen a abrir comercios y se anime el empleo, hasta entonces «vamos a vivir una realidad que estamos estudiando para ver cómo podemos administrar de la mejor manera posible todos los recursos que tenemos». «Tenemos la puerta abierta a las personas que lo necesiten, no están solos y pedir ayuda en ningún caso es indigno», asegura.