La Rioja vacía a vista de pájaro

Desde su creación en 1973, el Servicio de Helicópteros de la Guardia Civil viene desarrollando misiones de rescate, vigilancia, seguridad, transporte y apoyo a las unidades terrestres. Pero la declaración del estado de alarma también ha introducido novedades en la operativa del Servicio, ya que con sus vuelos rastrea el territorio como un halcón, velando por el cumplimiento de la orden de confinamiento que conlleva el estado de alarma en el que se encuentra el país desde hace algo más de un mes. Así, si detectan a vista de pájaro movimientos sospechosos de vehículos o ciudadanos incívicos que se saltan la reclusión (por ejemplo, gente que va al monte a practicar senderismo), facilitan las coordenadas a las patrullas de tierra para que intervengan.

Desde la base de Logroño, los pilotos tienen encomendada la vigilancia de toda la comunidad si bien la capital es demarcación competencia de la Policía Nacional.

Dos de esos especialistas realizaron inspecciones aéreas el viernes y el domingo pasados, cuando todavía estaba vigente el endurecimiento de las medidas de cuarentena para restringir los desplazamientos, que quedaron acotados durante dos semanas exclusivamente para quienes trabajan en los servicios esenciales. El resultado de ambas exploraciones, como se puede observar en las imágenes que ilustran esta información, es elocuente: carreteras despejadas y vías urbanas desiertas. Una comunidad vacía como no se había visto antes.

Los oficiales de la Guardia Civil hicieron dos expediciones y las grabaron en vídeo: una desde Villamediana de Iregua hasta Calahorra y la segunda, centrada en Logroño. En la primera revisan todo el perímetro villametrense ofreciendo una panorámica desconocida de la concurrida LR-250: tan solo se ve un coche desplazándose por la autonómica que une Logroño con Murillo de Río Leza y diversas localidades del Camero Viejo. También se puede observar una de las rotondas de acceso a la localidad. Desde allí, la unidad aérea toma rumbo hacia La Rioja Baja, donde capta imágenes del área de Calahorra en la que confluyen un centro comercial, la residencia Los Manitos y la Fundación Hospital de Calahorra, además de diversas instalaciones productivas.

A partir de ese momento, los pilotos realizan una batida por todo el casco urbano de la capital riojabajeña donde destacan por su absoluta parálisis el Paseo de Mercadal y la Glorieta Quintiliano junto al Ayuntamiento.

La grabación de Logroño se inicia por la zona este, en el barrio de Los Lirios, donde se aprecia la ausencia de circulación en uno de los puntos que habitualmente registra una de las mayores intensidades de vehículos de la capital. La rotonda que distribuye el tráfico se asoma absolutamente desierta, lo mismo que la que le sigue en dirección suroeste, la del barrio de La Estrella, muy concurrida de ordinario por ser uno de los accesos más utilizados para llegar hasta el complejo hospitalario San Pedro.

Desde allí el helicóptero hace un barrido de una ciudad enclaustrada en la que sus principales arterias (Vara de Rey, República Argentina, Chile, Marqués de Murrieta, Gonzalo de Berceo...) registran un ínfimo o nulo tránsito de vehículos. También han perdido su bullicio la avenida Solidaridad (antes Jorge Vigón) y la Gran Vía, donde no es difícil imaginarse a los protagonistas de la fuente de los Ilustres asombrados por un silencio que solo rompe el motor de un helicóptero.