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El 23 de octubre del año pasado se abrió una nueva etapa en La Rioja motivada, paradójicamente, por el cierre total de sus accesos y salidas. Tras el confinamiento decretado en el conjunto del país en marzo ante el primer y fortísimo embate del ... coronavirus, el nuevo repunte después del verano y la acuciante presión del sistema sanitario riojano empujaron a Concha Andreu a adoptar una drástica decisión: sellar los límites de la comunidad. La propagación del virus constituía uno de los mayores peligros, de manera que bloquear el flujo de ida y vuelta con el resto de territorios se presumía como antídoto para atajar virtuales contagios. Y todo ello, combinado con otro paquete de prohibiciones a escala social y entre sectores como, principalmente, hostelería y comercio.
Sin embargo, el decaimiento del estado de alarma seis meses después ha vuelto a provocar otra situación contradictoria: la reapertura desde esta pasada noche es ya una realidad, aunque con unas tasas de incidencia acumulada en riesgo extremo en La Rioja y en prácticamente todas las regiones y provincias limítrofes.
Todo ello a la espera de empezar a recibir una afluencia más o menos masiva de vecinos de regiones cercanas por turismo, por visitas a familiares o por comprobar el estado de las segundas residencias, cerradas durante mucho tiempo.
En este sentido, La Rioja tenía el viernes pasado una incidencia acumulada a 14 días de 269 casos por cada 100.000 habitantes, en riesgo extremo (a partir de 250), pero es que buena parte del entorno está incluso peor. El País Vasco es ahora mismo la comunidad española con los datos más altos de IA a 14 días, con una tasa de 447 por cada 100.000 habitantes –de hecho el lehendakari Urkullu quería mantener el cierre perimetral–, mientras que en Aragón tampoco están nada bien las cosas, con una IA a 14 días igualmente extrema de 293,82 casos (además con 3 municipios y cuatro comarcas, por el momento, confinadas).
En Navarra, la situación es muy similar, con 296,13 casos de IA a 14 días, riesgo que solo se alivia entre las regiones vecinas en Castilla y León, con 169,98 casos (aunque todavía en riesgo alto), mientras que Burgos (con 318,75) también está en riesgo extremo y solo algo mejor Soria, con 151 casos por cada 100.000 habitantes (alto, pero casi medio).
Es decir, mientras la incidencia acumulada en España a 14 días era el viernes de 198, con cinco comunidades autónomas en riesgo bajo e incluso una (Extremadura) en situación de normalidad, La Rioja y su entorno siguen en una situación generalizada de riesgo extremo.
La postura de una comunidad debe en este nuevo escenario conjugarse necesariamente con las que adopten el resto, porque facilitar la salida de un lugar poco importa si la entrada al destino previsto está vetada. Lo cierto es que, pese a los datos, la comunidad riojana se ha avenido sin mayores reparos a la carta blanca que ofrece el fin del estado de alarma, incluido el finiquito del toque de queda nocturno.
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Otras regiones, sin embargo, insisten en prolongar las restricciones hasta que la incidencia afloje, para lo cual precisan el amparo de los tribunales. El País Vasco, cuyos vínculos con La Rioja son especialmente estrechos tanto por el turismo que aporta como por intereses económicos compartidos a uno y otro lado del Ebro, se ha erigido en ariete de esa intención. De momento, sin éxito. El Tribunal Superior de Justicia Vasco (TSJV) se mostró el viernes contrario a que el Ejecutivo de Íñigo Urkullu establezca cierres perimetrales y mantenga el toque de queda, cuando no forma parte de sus atribuciones legales. Un camino que conduce ahora al pronunciamiento del Tribunal Supremo.
La nueva etapa que se abre hoy de movilidad y menos restricciones se encarna en una nuevo 'semáforo' que sustituye al anterior y permitirá actuar a la Consejería de Salud localmente si la evolución del virus lo requiere. En principio, el conjunto de La Rioja queda situado en un nivel 3 a excepción de cuatro municipios: Calahorra, Alfaro, Arnedo y Nájera, donde la incidencia a 14 días por 100.000 habitantes se sitúa, de acuerdo a los últimos datos recogidos por el departamento de Sara Alba, muy por encima de los 600 casos. En el conjunto de la comunidad el escenario es más favorable, pero sigue muy alejado de niveles aceptables. La IA en La Rioja era el viernes de 269. O lo que es igual:una cifra diez veces mayor que la óptima y 70 puntos por encima del dato nacional, que se encuentra en 198.
Navarra también es otras de las comunidades que, en principio, está pendiente de los jueces. Aunque el gabinete de María Chivite ya ha optado también por abrir las puertas al completo, sin embargo pretende mantener las limitaciones nocturnas entre las 23 y las 6 horas.
Lo que sí parece factible es que muchos riojanos con segunda residencia en lugares de costa emblemáticos como Laredo o Salou puedan por fin disfrutarla. En Cantabria también han optado por poner fin del cierre perimetral, aunque Revilla no descarta medidas específicas en municipios si tiene el respaldo legal. En coordenadas similares se maneja Cataluña, que ha ampliado el horario de la hostelería hasta las 23 horas.
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