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DIEGO MARÍN A. Y ÓSCAR SAN JUAN
Lunes, 22 de junio 2020, 07:26
Por fin llegaron (o pudieron llegar) los veraneantes vascos a La Rioja Alta. Haro y Ezcaray fueron algunos de los municipios que más notaron la llegada de quienes tienen allí su segunda residencia. «Aunque no ha sido una barbaridad, sí se ha notado», explicaba Jorge ... Lladó, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Ezcaray, quien, tras consultar con diversos establecimientos hosteleros de la localidad, cifraba en un aumento del 30% la afluencia de gente en los restaurantes con respecto al domingo anterior, aunque «es la mitad que un domingo normal». De hecho, tal día como ayer debía haberse celebrado la travesía Javi Valgañón, que siempre reúne a miles de personas.
«Todos los hosteleros de Ezcaray quieren agradecer al turismo riojano su asistencia y confianza en las últimas semanas», expuso Jorge Lladó, para quien «ha quedado claro que no podemos vivir solo de los vascos y madrileños». Ayer hubo reencuentros familiares y, sobre todo, regreso con cierta preocupación al segundo hogar. Eso sí, el concejal quiso incidir en la necesidad del uso de la mascarilla, para ello han lanzado la campaña 'Ezcaray, destino seguro', «para mentalizar». «En el monte no había visto tanta gente en la vida, con merenderos ocupados que siempre estaban vacíos y más de una treintena de coches en la Cruz de la Demanda, parecía que había una romería allí», bromeó Lladó.
El chef Francis Paniego ha trabajado por segundo fin de semana consecutivo, y aunque confiesa que todavía es pronto para valorar, los servicios van en aumento. Ayer ya tuvieron comensales vascos, una prueba de boda de una pareja de Cantabria... «Habrá que esperar al próximo fin de semana a ver lo que viene. Creo que el verano va a ser bueno, pero la preocupación es qué vendrá después, en octubre», admitió el cocinero riojano con tres estrellas Michelin. En julio cuentan ya con un número de reservas considerable, aunque Paniego especifica que «estábamos preparados para trabajar a un nivel que se va a tardar tiempo en recuperar, antes todos los fines de semana estábamos desbordados».
Para hacer frente a las nuevas normativas la familia Paniego ha valorado trasladar El Cuartito del Echaurren a La Arboleda del Sur, de manera que contará con un espacio casi por completo al aire libre, además del propio jardín del restaurante y gastrobar Echaurren.
La entrada de todo el turismo vasco se produce a menudo por el peaje de la A-68 de Haro, donde también hicieron parada muchos de ellos en la jornada dominical. No obstante, la apertura de los límites de la comunidad no ha dejado en la zona, al menos por el momento, la estampa habitual en la localidad jarrera, principalmente en el barrio de La Estación. Tan sólo Bodegas Bilbaínas y Gómez Cruzado tenían abierto el bar, y la mayoría de los visitantes que se acercaron hasta ambos lugares eran riojanos.
La buena noticia aparece al preguntar por las reservas para las próximas semanas. «Tenemos más de lo que esperábamos. Turistas del País Vasco, Navarra y Cataluña ya nos han confirmado su asistencia durante este verano», señalaban en Gómez Cruzado, pero sin perder de vista la realidad que azota no sólo a Haro, sino a todo el territorio español. «A estas alturas era mucho el volumen de turistas extranjeros que teníamos recorriendo nuestras instalaciones», aseguraban en la centenaria bodega.
De vuelta al casco histórico de Haro, la fotografía era un poco diferente. Las terrazas ocupan buena parte de la plaza de la Paz y, a la vez, es imposible no fijarse en los bares que se han visto obligados a bajar la persiana. A pesar de ello, la céntrica plaza y su vecina zona de pinchos La Herradura van recuperando la normalidad, escenificada por los propios jarreros y también por los visitantes de otras provincias, que en la jornada de ayer ya empezaron a dejarse ver por las calles y establecimientos harenses.
Dos parejas llegadas de San Sebastián regresaban a su idílico Haro, y sentadas en una terraza degustaban «uno de los mejores vinos del mundo». «Por fin», aseveraba uno de ellos. «En cuanto hemos podido hacerlo ni nos lo hemos pensado», decía otro. Pero algo ha cambiado, como no puede ser de otra manera, y como se traduce de las palabras de otro de los amigos sentados a la mesa: «Se nota y se percibe una tristeza... Pero no sólo aquí en Haro sino en cualquier lugar que visites».
En definitiva, los tan queridos y necesarios vecinos del norte, y de toda España, ya están de vuelta, al menos una parte de ellos. El pensamiento y deseo común es que el mes de julio será el verdadero termómetro que debe calibrar la cantidad de turistas que llegan durante este verano a toda La Rioja.
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