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A la trinchera más débil en la batalla contra el coronavirus le están llegando refuerzos, pero con cuentagotas. Las residencias de ancianos de La Rioja, en las que viven más de 3.100 personas, se aíslan para evitar la entrada del COVID-19. ... Todos están poniendo de su parte: centros, trabajadores, administraciones... pero los recursos con los que cuentan son, en muchos casos, insuficientes. Aunque la radiografía del sector ofrece diferentes estampas.
Ayer, el portavoz del Gobierno de La Rioja, Chus del Río, anunciaba la «entrega de 2.500 mascarillas y 2.500 pares de guantes a residencias de ancianos, seguramente no a todas, pero sí a las que lo necesitaban de forma más urgente, así como a pisos tutelados, ayuntamientos...». «Se está abasteciendo en la medida de lo posible a las residencias de ancianos», incidía.
A muchas de estas entidades, ayer les llegaba un paquete con apenas unas decenas de mascarillas de papel, guantes y algunas gafas, «insuficientes», según miembros del sector. El sindicato CSIF, por ejemplo, solicitó «material eficaz y suficiente de prevención para el personal de las residencias de mayores».
Con los centros ya aislados, el objetivo es convertirlos en una burbuja, pero para eso los trabajadores deben contar con los medios necesarios. Gabriel Jimeno, presidente de la Asociación Riojana de Residencias de la tercera edad, que engloba a instituciones privadas, explica que «a día de hoy, no faltan recursos» pero que las previsiones de aguantar «son a dos semanas vista». «Existe incertidumbre porque hay problemas de aprovisionamiento», subraya.
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En el sector público, Gemma Zautúa, de la Residencia de Personas Mayores de Lardero, explica que cuentan con «material y EPI (equipos de protección individual) a disposición de todos, pero que se está haciendo un uso razonable». Mientras, desde Lares, la asociación que engloba a las residencias religiosas, Susana Ruiz añade que «aún tenían reservas» pero que pronto necesitarán más recursos que los repartidos ayer.
Pero todo depende de la administración pública, que centraliza la distribución e incluso producción de los medios de protección a nivel nacional, y también de cada centro.
Por ejemplo, desde la Residencia Ruiz, de Ventas Blancas, se asegura que no ha llegado más equipamiento que el que han podido proveerse por sus medios. «Hemos buscado material por nuestra cuenta. Hemos comprado trajes de categoría 3 en talleres de pintura y hasta hemos comprado guantes de inseminación para animales con el fin de protegernos», explica disgustado César Sacristán.
Madre Anunciación, de la Residencia Teresa Jornet, de la capital riojana, resume la situación: «Nos faltan medios y nos estamos aprovisionando de la manera más insólita». En este centro, se produjo un positivo, que ahora está ingresado en el San Pedro. «Nada más sentirle unas décimas de fiebre, la aislamos y se le hicieron las pruebas y nos trataron a la perfección. Otros tres posibles casos han dado negativo», añade.
Pero la preocupación compartida por este sector asistencial es que el precario muro de contención que rodea a los centros de ancianos caiga en cualquier momento. Al esfuerzo impagable de los trabajadores se debe sumar un suplemento de medios para los que toca esperar un poco más.
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