Las necesidades obligadas en la primera ola del coronavirus y el repunte operado ahora han obligado a focalizar el grueso de los recursos sanitarios en atender a los afectados por el COVID. El proceso de donación y transplantes, en el que La Rioja ocupa ... un puesto preminente en el conjunto de España, tampoco ha sido ajeno a esa reorientación en la que el sistema ha mostrado no solo su músculo, sino la capacidad de adaptación a las circunstancias. El área que coordina desde el hospital San Pedro Fernando Martínez Soba no ha cejado su labor, si bien el contexto sobrevenido ha obligado a ralentizar su ritmo. Al menos, hasta ahora.
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Aunque lentamente, la actividad de una de las unidades de mayor alcance en el sistema de Salud de la comunidad retoma los índices que la sitúan a la cabeza del país. Todo ello, con el objetivo de recobrar de forma paulatina los niveles previos a la irrupción de la infección y con una condición innegociable: salvaguardar la seguridad de unos pacientes especialmente sensibles por sus circunstancias, sin dejar de mirar además a la evolución del COVID-19 y las exigencias asistenciales que vaya definiendo.
Lo que el COVID no ha mermado es la voluntad de ayudar entre la ciudadanía. Y como muestra, el hecho de que no se haya producido ninguna negativa familiar a la donación durante lo que va de año. «A pesar de la repercusión de la pandemia» –reflexiona el coordinador autonómico el área– «la sociedad riojana sigue siendo solidaria y continúa queriendo donar y salvar vidas». La estadística indica que desde enero ha habido siete donantes de órganos y uno de córneas. En total se han extraído seis hígados, dos pulmones y sendas córneas. Además se ha contado con 56 donantes de médula ósea. En todo el 2019 se contabilizaron 12 donantes de los que se obtuvieron en conjunto 27 órganos.
Martínez Soba subraya ese súbito cambio de escenario. «La pandemia por SARS-CoV-2 ha repercutido directamente en la donación y los transplantes», confirma. Por un lado, la necesidad de garantizar la salud de los beneficiarios de un virtual transplante y, por el otro, la ocupación sistemática de pacientes COVID en la UCI del hospital, frenaron el ritmo de intervenciones. «Esas fueron las dos principales causas del descenso de actividad en el periodo transcurrido entre los meses de marzo, abril, mayo y parte de junio», detalla. La optimización de las infraestructuras disponibles se compensó en este caso con la apertura del Área de Polivalentes de Críticos «que ha permitido ir reactivando nuestra tarea progresivamente en las últimas semanas».
No obstante, el camino reemprendido queda supeditado al transcurrir que describa la pandemia. «Será la situación epidemiológica y la presión asistencial para blindar la seguridad de los procedimientos de transplante en pacientes inmunodeprimidos, lo que determine la plena actividad», apostilla.
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El repaso a la estadística actual y la comparativa con la anterior reflejan esa aguda variación. Frente a los seis transplantes renales realizados en lo que va de año, en el 2019 se registraron 16. Los 13 de médula contabilizados desde enero llegaron a 16 en todo el año pasado, y sólo se han concretado hasta ahora dos de córneas frente a once cuando la actividad estaba normalizada.
El catálogo de trasplantes acometidos en La Rioja durante el anterior ejercicio se completa con once de membrana amniótica y hasta 150 de tejido osteotendinoso.
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