Algo ha cambiado en Sorzano. Más bien todo ha cambiado. Desde ayer Sorzano (esto es, la casa de mis suegros, no el pueblo entero, que ya lo estaba) se ha enganchado a las nuevas tecnologías. Han hecho falta 21 días y un puñado ... de llamadas de teléfono, pero ayer por la mañana por fin bajó el hechicero de su cueva, preparó una fogata en el centro del salón, invocó a sus ancestros y contactó con el más allá (que tampoco es que esté muy lejos, que es el poste de Telefónica que hay junto a la carretera) para pedirles que compartieran su información con nosotros. Vamos, que ya tenemos fibra.
El hechicero realmente era el técnico de O2, que sin saberlo se convirtió en la primera visita que recibimos desde hace 21 días. Fue una visita relativamente breve y marcada por las distancias. No sé quien tenía más miedo, si él de entrar en una casa desconocida o nosotros. Visto así, el (y sus compañeros) también se puede incluir dentro de esa categoría de héroes, de profesionales que continúan desarrollando en plena crisis del coronavirus su trabajo. Visitando domicilios ajenos pertrechado con guantes y mascarilla para llevar Internet a todos los rincones de La Rioja.
Ayer, además de mucho frío, no tenía demasiado trabajo, reconoció. Otra instalación en Ortigosa y lo que surgiera. No le invitamos ni siquiera a un café (no fue por ser descorteses sino por el bicho). Tampoco dio opción. En el fondo lo único que quería era regresar a su búnker particular: un pequeño turismo, de los que llevan una escalera en el techo del coche, con que que ayer recorrió la Nacional 111.
Y una vez aterrizados en el progreso, la televisión resucitó. No todo iban a ser buenas noticias, claro. Pero lo ha hecho con una condición: nada de aumentar la sobredosis informativa a la que ya estábamos expuestos a través de los teléfonos móviles. Solo series y, quizá, alguna película de dibujos animados. Incluso documentales de animales retozando en lejanas praderas.
Esa autocensura se desveló necesaria a media mañana de ayer cuando, en pleno 'recreo' nos enteramos de que Elsa y Ana (si, las de Frozen) están ingresadas en el hospital porque tienen 'conoravirus'. ¿Cómo? «Sí papá, las dos». ¿Pero no estaba encerrado en su castillo rosa y morado? «Ya no, se ha escapado». Hay que joderse. Tiene pinta de que el bicho ha venido para quedarse y que ni siquiera el frío de Arendelle es capaz de acabar con él. De momento aquí está empezando a nevar y hemos amanecido ligeramente cubiertos de blanco. Mañana les contamos.
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