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Durante todo su embarazo Elena González y su marido jamás llegaron a imaginar que los primeros días de vida de su segundo hijo los iban a vivir de esta manera. El confinamiento obligatorio admite pasear a los perros, pero impide a los padres salir con el bebé, por lo que deben aguardar en sus casas a que la situación mejore.
– ¿Cómo está viviendo este momento?
–Es dulce porque la llegada de un bebé es un momento muy feliz para toda la familia pero también está siendo un poco agrio. Toda esa felicidad y alegría quieres compartirla con tus seres queridos y amistades y nosotros no hemos podido hacerlo aún. Ya en el hospital, sin estar declarado el estado de alarma, teníamos restricciones y tan solo podía haber un acompañante por habitación. Pensamos que una vez que estuviéramos en casa podríamos recibir visitas, pero entonces todo empeoró. De hecho, no hemos podido empadronar al niño ni darlo de alta en la Seguridad Social para que le asignen un pediatra.
– ¿Cómo es el día a día?
– En el día a día con un bebé recién nacido no hay mucho tiempo para aburrirse. Las tomas del pecho son a demanda, los cambios de pañal, el baño y los mimos que le damos al pequeño Javier hacen que las horas pasen rápido. Nos gustaría pasearlo en su carrito para que le diese un poquito el sol, pero incluso los paseos en las zonas comunes de la urbanización están prohibidos, así que nos conformamos con pasar un rato en la terraza.
– A eso se suma que tampoco su familia puede estar con el bebé.
– Es la parte que más pena me da. Los abuelos están como locos con su nuevo nietillo y solo pueden verlo por videollamada, no pueden cogerlo en brazos, darle un beso... Aunque todos los días nos mandamos fotos y vídeos, pero no es lo mismo. Aparte tenemos amigos y familiares que compraron con toda la ilusión regalos para el pequeño Javier y, de momento, no se los han podido dar.
– ¿Qué es lo que más echa de menos?
– Si lo comparo con el nacimiento y los primeros días de mi hija Gabriela, es no poder darle un paseo con tranquilidad, enseñarlo con orgullo a familiares, amigos o vecinos que se acerquen a conocerlo. Y, por supuesto, el no poder ver a mi familia y disfrutar de su cara de ilusión al coger en brazos al pequeño Javier.
– ¿Tiene miedo o lo vive con optimismo?
– Miedo no. Sé que es algo temporal y que si hacemos todos las cosas correctamente, pasará en unos días. Tenemos que tener esperanza en que todo va ir bien y que es una cuestión de tiempo que se solucione. Espero que esta crisis quede en una anécdota que pueda contar a sus nietos.
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