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Á. AZCONA
logroño.
Domingo, 26 de abril 2020, 08:51
Cuando muere un anciano, no se entierra a un mayor, o a un número más de la nómina de residentes, se dice adiós a un amigo, a alguien casi de la familia con el que trabajadores y residentes han convivido durante años. Lo sabe bien Milagros Mínguez, que durante sus 24 años de trayectoria profesional ha asistido a muchas despedidas. «No son un número, ni un titular, todos tienen su nombre y apellido», reivindica esta najerina de 63 años, dolida por «el precio tan alto» que están pagando nuestros mayores y, a la vez, preocupada por el deterioro que los ancianos están experimentando a la sombra del coronavirus, principalmente por no poder ver a sus familias. «Lo están pasando muy mal, no están como siempre, van a salir de esta crisis con un estrés fuerte, quieren que vaya su hijo o hija y le dan cincuenta mil vueltas a la cabeza..., por parte del personal se está haciendo un esfuerzo tremendo para que el efecto sea el mínimo, pero resulta insuficiente». «Hace 5 o 6 años también pasamos una gripe muy complicada y tuvimos muchos mayores en la cama, pero la gripe la conocíamos y sabíamos cómo atacarla, pero el problema de este virus es que es el gran desconocido que ataca anárquicamente», señala Milagros, supervisora de la Residencia Santa Justa. «Se lleva a mayores que están fuertes y otros, más débiles, aguantan. La inseguridad y la incertidumbre es total».
Es muy duro, dice, que «no se hayan tomado medidas con ellos a tiempo» y que tampoco ahora se les tenga en cuenta para poder pasear un ratito. «Igual que a los niños, igual se les podía permitir salir un poco y que no estuvieran tanto tiempo en sus habitaciones». «A mí y a mis compañeros el cansancio físico no nos pesa, es más el cansancio emocional, porque acabas queriéndolos, son parte de tu vida y quieres verlos bien..., y, desgraciadamente, se nos ha ido gente. Me duele que sean los grandes olvidados». Desde la primera línea de lucha, Milagros está decidida a no decaer y para ello cuenta con el mejor ambiente entre compañeros. «Aquí nadie escatima tiempo, todo el mundo está poniendo a disposición de los demás sus días, vacaciones, lo que sea, y de la mano de la dirección del centro».
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