El COVID ha traído drama desgracia y tristeza, ha dado la vuelta a nuestras vidas como a un guante pero también ha supuesto una oportunidad para cientos de docentes en toda la región que hasta ahora engrosaban las filas del paro y que este curso ... han firmado un contrato para reforzar a un colectivo obligado a redoblar su esfuerzo.
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Docentes noveles y no tan noveles se han incorporado este año al ejército de profesores que, además de enseñar, tratan de hacer de las aulas territorios libres de virus. Son los bautizados como interinos COVID que se suman a los interinos habituales que enlazan año tras año. Solo este curso, desde que arrancó el pasado día 7, Educación ha contratado a más de 170 docentes para dar respuesta a los desdobles de aulas, cubrir bajas y demás situaciones originadas por la pandemia.
César Crespo no es nuevo. A lo largo de casi diez años ha ido cogiendo vacantes, encadenando medias jornadas con tercios y sustituciones en Logroño, Calahorra y en un rosario de municipios. Este año, a principio de verano, cuando le tocaba elegir destino para este curso decidió esperar a septiembre. Le habían comentado que saldrían buenas plazas por el tema de la pandemia. «Esperé, me arriesgué y al final me tocó un buen puesto por el COVID», explica él mismo. Desde el pasado mes imparte Educación Física a uno de los desdobles de sexto de Primaria del colegio Escultor Vicente Ochoa, a cinco minutos de su casa. Con 19 alumnos, sigue la disciplina que ha instaurado el coronavirus. Desinfección y más desinfección.
Antonio Oca ha empezado a dar clases este curso en el IES Comercio, en Logroño. En su caso no es la primera vez que trabaja como profesor. El año pasado inició su periplo en la docencia cuando le contrataron para sustituir a una compañera de baja por maternidad. En marzo, la titular debía incorporarse y a Antonio se le acabaría entonces su singladura. Pero la pandemia se precipitó, llegó el cierre de los colegios e imperó el estado de alarma. Fue su oportunidad para completar curso y continuar en la docencia, una profesión, para este ingeniero de Telecomunicaciones, que comenzó a intuir como vocación cuando trabajaba en la empresa privada. Pero no solo es una oportunidad para él, también para las nuevas generaciones que pueblan las aulas, que están aprendiendo a grandes dosis conceptos como «responsabilidad, empatía y los deberes que todos tenemos que los vamos a tener que reforzar para salir sí o sí de esta», explica.
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En el colegio Duquesa de la Victoria, Ana Arancón se encarga este año de impartir Audición y Lenguaje a sus alumnos. Como experiencia, lidiando cada día con la pandemia, está siendo «inolvidable», ironiza. La disciplina es férrea desde que entran los alumnos hasta que salen, se les toma la temperatura, si alguno tiene un poco de fiebre y no se le baja en un tiempo se le aísla en la sala COVID. «Hay muchos interinos que si no hubiese pasado esto no habrían trabajado, ha sido una oportunidad porque nunca habían llamado a tanta gente», comenta.
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