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El obispo de la Diócesis de Calahorra y La Calzada Logroño, Carlos Escribano, ha llamado a «extremar la prudencia en nuestro modo de relacionarnos, siguiendo las premisas del inicio de la pandemia: cuidarnos para cuidar a los demás». Así lo ha hecho en la ... misa funeral por las víctimas de la pandemia en La Rioja que él mismo ha presidido este domingo en la concatedral de La Redonda. Una ceremonia a la que, entre otros, han asistido la presidenta del Ejecutivo regional, Concha Andreu; la consejera de Salud, Sara Alba, y el presidente del PP, José Ignacio Ceniceros.
Durante la homilia, el obispo ha recordado el sufrimiento padecido por el COVID-19 y cómo «los mayores han sido los más afectados por este virus pero también por «el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos». Por eso, ha añadido, «hoy queremos elevar nuestra oración confiada por ellos: por los difuntos y sus familias, en concreto, por los 366 fallecidos en La Rioja».
Ha señalado que durante este tiempo la sociedad ha aprendido que «una emergencia como la del COVID es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad» y «sin quererlo nos hemos adentrado en la escuela de fragilidad y de la vulnerabilidad, que nos ha abierto los ojos, con mucho sufrimiento, ante una dura realidad y ha supuesto una enseñanza que, paradójicamente, nos puede mover a la esperanza». Esto, ha apuntado, ha permitido redescubrir lo esencial, lo verdaderamente importante. «En esa mirada a lo esencial aparece el don de la vida. Los miles de muertos, los rostros conocidos de enfermos y fallecidos y el miedo a formar parte de esa lista de números anónimos en los medios de comunicación, ha afirmado, en cada uno de nosotros y en nuestros seres queridos, el esencial don de la vida».
Monseñor Escribano ha agradecido el trabajo y sacrificio de muchas personas, así como las muestras de solidaridad. Ha recordado el papel de los médicos, el de todo el personal sanitario y el de aquellos que trabajan en residencias de mayores. «Han desafiado al cansancio, al sufrimiento y al miedo al contagio», ha señalado.
También ha reconocido el trabajo del los cuerpos y fuerzas de seguridad, de los miembros de las fuerzas armadas, «de tantos trabajadores y voluntarios anónimos (pienso en la gente de Cáritas y de otras muchas organizaciones sociales) que han dejado lo mejor de sí mismos en el servicio a la sociedad. A los educadores y a todos los que, desde las instituciones civiles, habéis asumido con generosidad y dedicación vuestro servicio a la sociedad, os expreso de corazón mi gratitud y mi sincero afecto. Muchas gracias a las familias por el gran esfuerzo que hicieron y siguen haciendo y a nuestros sacerdotes y religiosos por el comportamiento en estas semanas de pandemia».
Antes de concluir, ha pedido «entrega fraterna», unidad y colaboración ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento. «La crisis económica ha movilizado la solidaridad, pero el sufrimiento causado por las carencias es mucho y aún no somos capaces de vislumbrar el alcance definitivo de esta tragedia», ha lamentado.
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