La protagonista. María Luisa Allende, en la residencia de Ezcaray. ALBO.

La mujer centenaria que derrota a los virus

María Luisa Allende nació en septiembre de 1918, en la letal segunda oleada de la gripe española. En abril se contagió del coronavirus, sin enterarse

Javier Albo

Santo Domingo

Jueves, 24 de septiembre 2020, 07:27

María Luisa Allende vino al mundo un 8 de septiembre del año 1918. Entonces, la mal llamada gripe española, la más devastadora de la historia, que se estima que pudo causar más de 50 millones de muertos en todo el mundo y unos 300,000 ... en España, aunque las cifras son muy dispares, se encontraba en pleno rebrote de su segunda oleada, la más letal de su vigencia. Durante el verano habían remitido los casos, pero defienden no pocos expertos que el virus mutó hacia una mayor letalidad y el otoño fue el horror.

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El caso es que nuestra protagonista no se enteró, como bebé que era. El virus tampoco debió tener una especial afección en su familia, o no lo recuerda. «Cuando eres joven te hablan de cosas pero no haces mucho caso», se excusa, a la vez que esboza una leve y pícara sonrisa. Una bonita sonrisa. Esta mujer, ejemplo de quien tuvo retuvo, cumplió hace una semanas 102 años tras haber superado, además de aquella, otra pandemia mundial todavía en curso: la del COVID-19, el virus del que se contagió sin ni siquiera enterarse.

María Luisa acude a la cita muy elegante, tocada con un sombrero que le protege la cabeza del sol que por otra parte busca. «Es muy friolera», apunta su nuera. Nació en Gueñes (VIzcaya) y vivió en Algorta y Bilbao. Trabajó para la familia Alberdi, muy conocida en el sector panadero de Vizcaya. Su marido, Vicente, tenía un buen puesto en las oficinas de Altos Hornos. Durante más de cuarenta años, ellos y su hijo, Juan Ignacio, fueron asiduos de Ezcaray. Desde el 2012 se encuentra en la residencia de mayores Jesús Nazareno, de la que es su ocupante más veterana, tanto en edad como en tiempo de permanencia.

Fue totalmente asintomática. Su positivo se conoció tras un cribado que se hizo en la residencia

«Se me ha pasado la vida como un soplo. Me dicen que tengo 102 años y no me lo creo», indica la anciana

La mujer se contagió del COVID-19 en el mes de abril, cuando hacía tiempo ya que el virus había roto el asedio a las residencias de todo el país y hacía estragos. Su resultado salió en un cribado que se hizo en el centro. María Luisa no se enteró de que lo tuvo, ya que fue totalmente asintomática. Y ahora tampoco lo recuerda. «Algo me han contado», dice. En realidad les han hablado mucho del maldito virus, sobre todo aquel día en que anunciaron a todos los residentes que debían mantenerse en sus habitaciones, iniciándose así el forzado encierro que, en toda España, intentó aislar a nuestros mayores del contagio.

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Los ojos de María Luisa intentan atravesar la mascarilla del periodista para entender las preguntas que le formula, perdidas las palabras entre el ruido de la calle en la que se enmarca la cita y la distancia obligada de seguridad: ella en el patio de la residencia, al solito, y, en el exterior, al otro lado de la verja, el reportero. Le acompañan algunas compañeras de la residencia, todas muy elegantes también, que asisten a la conversación hasta que el aire fresco de la mañana, alentado por un sol que ya no le llega, le pone fin. Antes de la despedida, la pregunta es obligada, sobre el secreto de tan longeva vida: «Eso quisiera yo saber», contesta. «Trabajar, no he tenido ningún vicio...», añade. No lo sabe, claro está. Ella se ha limitado a vivir y el tiempo ha ido pasando, demasiado deprisa, en su opinión. «Se me ha pasado la vida en un soplo. Me dicen que tengo 102 años y no me lo creo...».

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