Se avecina un momento crítico en la lucha contra la pandemia en La Rioja. El aumento de la movilidad y las tradicionales reuniones familiares de estas fechas, se ciernen sobre el lento avance para embridar el virus, pero epidemiólogos como Pello Latasa advierten de que ... no cabe en absoluto bajar la guardia.
– Otras festividades han podido limitarse hasta ahora, pero parece complejo poner coto a una tan simbólica como Navidad.
– Resulta complicado cambiar las costumbres, pero ahora es más evidente si cabe, que es el momento de pensar qué podemos hacer cada uno de nosotros a nivel individual para controlar la pandemia. Queda aún mucho camino por recorrer y no pueden caer en saco roto todos los esfuerzos hechos hasta ahora.
– ¿Y qué es lo que se puede hacer en unas fechas que conjuran a priori tantos riesgos en forma de reuniones y celebraciones?
– La reunión más segura es la que no vaya a celebrarse. Partiendo de esa premisa, si se producen, lo idóneo es que sean mínimas, que participe el número de personas más reducido posible y de la misma unidad familiar y que el encuentro dure poco tiempo.
– ¿Y si son inevitables en unas fechas tan señaladas?
– Lo primero es que si alguien tiene algún tipo de síntoma compatible con el virus, no acuda a la cita y contacte con los servicios de salud, siguiendo los protocolos previstos. Tampoco deben estar presentes quienes hayan tenido contacto con algún cuadro así. Descartados todos ellos, los comensales deben guardar la distancia interpersonal e incluso mantener puesta la mascarilla todo el rato, salvo cuando se va a comer o beber.
– ¿Incluso entre bocado y bocado?
– Hay que ser lo más cautos posible, sin volverse locos. Si existe una separación importante entre las personas, la ventilación es buena, no se comparte vajilla ni cubertería y las medidas de higiene son correctas, el tiempo que se dedica a comer o beber y que aumenta el riesgo es muy limitado. Lo más importante para minimizar las posibilidades de contagio es que se dé una combinación de todos los factores de prevención.
– ¿Deben contabilizar los niños en esa enumeración de personas reunidas?
– Es un debate que está en boga y se me escapa el porqué. Los niños pueden a todos los efectos infectarse o transmitir la infección, con lo cual obviamente deben contabilizarse en una ecuación donde se valoran los metros cuadrados, la distancia, si el espacio está cerrado o hay no convivientes habituales. Otra cosa diferente es el caso de bebés que pueden estar en un carrito y separados del resto del grupo.
– ¿Qué importancia tiene cantar en un tipo de reuniones donde se propician esas manifestaciones de alegría?
– Ese es un tema relevante, porque cuando una persona está en silencio emite un número relativamente bajo de partículas y gotículas de saliva, que son los vehículos a través de los cuales se transmite el virus si la persona está infectada. Al estar callados ese riesgo es nulo, al hablar más alto aumentan las partículas contaminantes que se multiplican todavía más si se hace fuerza con el abdomen y se exhala aire con fuerza para cantar. Por eso se recomienda no hacerlo, y si durante la comida hay música puesta, que esté lo más baja posible para que quienes están en la mesa puedan comunicarse hablando de la manera más suave posible.
Inmaculada Martínez romperá por primera vez la tradición de comidas y cenas multitudinarias con los suyos. «Esta vez vamos a ser los poquitos de casa y, además, nos juntaremos en un chalé de campo que dispone de más espacio», relata la presidenta del Colegio de Médicos, que tiene previsto brindar y tomar las uvas con el resto de la familia a través de 'zoom'.
Para el presidente del Colegio de Farmacéuticos no cabe duda. «Toca cuidarnos para cuidar de los nuestros», defiende Mario Domínguez, que en esta ocasión solo se sentará a la mesa con su mujer y los dos hijos. «Nuestros padres echarán en falta la cercanía de los nietos, pero es por su bien y se trata de una celebración diferente», afirma.
El catálogo de padres, hermanos y sobrinos que suele copar la mesa de José Antonio Oteo en Navidad se restringirá esta vez al mínimo. «Vamos a juntarnos muy pocos para poder volver a ser muchos los próximos años», dice el jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas del San Pedro, que suplirá el contacto directo con los suyos vía móvil e Internet.
Neurólogo e integrante de uno de los grupos-COVID del San Pedro, Federico Castillo limitará las celebraciones a su núcleo familiar más estrecho. «Serán las primeras navidades de mi vida sin contacto con mis raíces malagueñas», indica descartando su habitual viaje al sur en estas fechas. «Me costó decírselo a mi madre, pero es la que mejor lo entiende», confiesa.
«Se puede disfrutar igual de estas fechas manteniendo las máximas precauciones»
Al margen de lo que decida la autoridad, Pedro Vidal no se moverá esta vez de La Rioja. «Otras veces hemos salido fuera para celebrar Navidad con mi hija, pero esta vez todos teníamos claro que no», relata el presidente del Colegio de Enfermería, que apela a la cautela limitando las reuniones, seguro de que «se puede disfrutar igual de estas fechas guardando las máximas precauciones».