Secciones
Servicios
Destacamos
La Rioja celebró ayer las primeras misas con fieles después de dos meses cerradas al culto como consecuencia del estado de alarma. Cada parroquia, de acuerdo con la guía de medidas de la diócesis de La Rioja, adaptó sus soluciones para sus devotos. Desde el púlpito y para que no hubiera despistes, los sacerdotes recordaron las normas, aunque muchos venían con la lección aprendía. Nada de contacto a la hora de darse la paz, besar objetos de devoción o echar dinero para el culto. En la parroquia Corazón de María el pase del cepillo se sustituyó por la recogida de donativos en una bolsa a la salida de misa y un precinto extendido sobre el ofertorio de velas impedía cualquier tipo de ofrenda. Faltaba un cuarto de hora para las doce y los primeros fieles, la mayoría protegidos con mascarillas, buscaban sus asientos para asistir a la misa. En total, una veintena de feligreses, los habituales (en la misa de 10 hubo 30), «pero también he visto caras nuevas», sé alegraba el párroco Julián Ojeda, que venía de pasar todo el fin de semana preparando los carteles y diseñando el protocolo de acceso.
Noticia Relacionada
Para comenzar, el primer letrero invitaba a restregar los zapatos en una amplia alfombra dispuesta justo antes de entrar en el recinto, y que se pretende higienizar al término de cada misa con una solución de lejía. A continuación, en lugar de la pila del agua bendita, los fieles se encontraron con un bote de gel desinfectante para la higiene de manos. Uno para la entrada y otro para la salida, por puertas diferentes. Ambos accesos aparecían separados por una sencilla cuerda. Julián Ojeda pensó que era la mejor manera de evitar cualquier contacto.
En el interior, los asistentes se fueron situando de forma natural unos separados de otros, pero no se marcaron puntos ni se separaron los bancos unos de otros. «Hemos pensado que no era necesario, la gente tiene muy asumidos los dos metros y se están respetando». De hecho, ayer antes de que el sacerdote recordara las medidas de seguridad al inicio de la Eucaristía, los fieles se fueron sentando en los extremos de los bancos y a algunos de ellos se les veía sacar su bote pequeño de hidrogel para las manos. El mayor problema lo esperan para el domingo, pero ese día, como en el resto de iglesias, una persona responsable se colocará en la puerta para limitar la entrada hasta completar el 30% de aforo permitido. En el caso de Corazón de María, 133 personas.
Ayer tampoco se pudo besar imágenes ni hubo distribución de folletos («aquí hemos sido siempre más de proyectar en pantalla las letras de las canciones»). El momento más complicado fue el de la Comunión: hay que quitarse la mascarilla, luego desinfectarse con gel, comunión en las manos, nueva desinfección, se coloca otra vez la mascarilla y tercera desinfección... El ritual ha llevado a emitir un tutorial a la diócesis de La Rioja, que siguiendo las disposiciones de la Conferencia Episcopal, ha difundido esos días por todas las parroquias las estrictas medidas de higiene. Entre ellas figura mantener las puertas de las iglesias abiertas para no manipular manillas o pomos, Ayer a la salida los fieles se encontraron con un rollo de papel que debían impregnar de gel desinfectante para limpiar su espacio del banco y el reclinatorio. Si todo avanza favorablemente, desde el 25 de mayo se podrá volver a cumplir con el precepto dominical, pero de momento se pide a los mayores que no acudan.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Sergio Martínez | Logroño
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.