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Apenas 400 kilómetros y poco más de cuatro horas al volante separan el centro de Logroño de la capital vinícola por excelencia de Francia, Burdeos, la perla de Aquitania. Hasta allí se trasladó hace ahora quince años Cristina Pérez, que no solo se enamoró de ... la ciudad, también de su marido. Ahora la familia ya es numerosa y la pareja y sus tres hijos, los gemelos Elías y Gael, de dos años de edad, y Rubén, de 6, se quedarán en territorio francés por primera vez en muchos años.
«Siempre íbamos a La Rioja para celebrar Nochebuena o Nochevieja con el resto de la familia», explica desde Francia, donde ya tienen casi todo preparado para una celebración que será muy diferente a la de años anteriores.
La decisión, como la de prácticamente todos aquellos que no vendrán durante esta Navidad a La Rioja para reunirse con sus familias no fue algo sencillo. «Lo cierto es que nos costó tomar la decisión de quedarnos aquí y no ir, pero creímos que lo mejor que podemos hacer en estos momentos es aguantar un poco más en esta situación que ha provocado el COVID y que todos continuemos siendo prudentes», reflexiona.
Así, estos días la familia continuará en su casa de Burdeos celebrando «unas fiestas que van a ser extrañas para todo el mundo. En nuestro caso, finalmente las pasaremos nosotros solos... pero bueno, ya somos cinco», bromea.
En todo caso, lo que no va a conseguir la pandemia es anular «un espíritu navideño» que intentarán reforzar a través de Internet: «Nos conectaremos para poder sentirnos un poco más cerca de los abuelos, de las hermanas y de los sobrinos», asegura.
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