Logroño sigue su vida con mascarilla

Entre los que siguen protegidos aducen que el virus sigue estando con nosotros o que su médico le ha dicho que no se la quite, como el caso de Pilar Olmos, jubilada y sentada a ala sombra en el remozado parque Gallarza acompañada de su hija Marta, que tampoco tiene ninguna intención de salir a cara descubierta. Quien sí lo ha hecho esta mañana es Hector Arnáiz, quien confesaba sentirse raro, pero la sensación de poder respirar bocanadas de aire no tenía precio para él.

Pero con todo, las calles de la ciudad muestran un nuevo panorama. Aunque son pocos los que se han liberado del complemento para protegernos del COVID, los logroñeses disfrutan ya de poder volver a sentir el aire en la cara. «La sensación es de alivio, pero llevo la mascarilla en la mano para cuando haya más gente, ahora de momento no hay aglomeraciones en Gran Vía, relata Carmen Gómez, de 37 años junto a la esquina del Banco Central, donde el tránsito de peatones se va intensificando conforme avanza la mañana y con la misma sensación: la mayoría de las personas todavía prefieren ser prudentes y continuar utilizando el que se ha revelado con el método más eficaz contra el virus.

A modo de ejemplo, de 50 paseantes que han cruzado por la transitada esquina de Gran Vía, solo nueve iban sin cubrir la cara.