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Otra de las puntas de lanza cruciales en La Rioja desde las que se encara la crisis es el SOS Rioja-112. El ente encargado de gestionar las emergencias que surgen en la comunidad fue también uno de los primeros en denotar cómo el ... COVID-19 iba al alza. El exponencial aumento de las atenciones relacionadas con las enfermedad fue el síntoma elocuente de una coyuntura que eclosionó el día 12 con un total de 1.269 llamadas, cuando la media diaria rara vez supera las 800, y hasta 900 expedientes de incidencias. O lo que es igual: el triple de una jornada estándar. «Tres o cuatro días antes de esa fecha se registró una avalancha de dudas que después, con la habilitación de los teléfonos específicos, se ha ido equilibrando», explica el jefe del centro de coordinación operativa (CECOP), José Ignacio Rodríguez Maimón, destacando la capacidad de reacción del Gobierno en unos momentos clave y la cooperación imprescindible para articular todas las medidas de respuesta y contención.
El aumento de la demanda ha llevado también a reforzar los recursos. La plantilla de teleoperadores ha crecido de cuatro a seis personas en los picos de atención, con un complemento además de personal sanitario integrado por hasta tres médicos, una enfermera y un MIR encargados de esa tarea específica. Porque, como recuerda Rodríguez Maimón, la profusión de llamadas en relación al virus conviven con las adversidades que surgen cada día y también son competencia del SOS-Rioja. «Por ejemplo, la alerta naranja por vientos y la amarilla por nieve que se registraron hace unas semanas y obligaron también a reaccionar con eficacia», ilustra.
La intensidad con que afronta el SOS-Rioja la actual coyuntura se combina con un exigente protocolo de autoprotección. Antes incluso del auge ya se aplicó un plan de contingencia propio que tuvo como primer paso el balizamiento de la planta que ocupa el centro y que hasta ese momento compartía con Biodiversidad y el Consorcio de Bomberos. Un blindaje que se amplió al resto del edificio ubicado en Prado Viejo y que ha sido complementado con estrictas medidas de higiene, control, instalación de mamparas de separación, toma de temperatura de los trabajadores y periodos de descanso obligados. «La presión es altísima, pero la plantilla es muy experta y está respondiendo de manera encomiable», subraya Rodríguez Maimón.
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