Día 38: ¿Limpieza? general
Diario de una cuarentena rural ·
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Diario de una cuarentena rural ·
«No tuvimos que recurrir al flotador, pero casi. El suelo quedó ligeramente inundado, casi como si la gota fría hubiera caído en el salón»«¿Podemos ir a ver el Belén?» La pregunta, formulada en cualquier otro lugar del mundo en pleno mes de abril podría ser el primer síntoma de vaya usted a saber qué trastorno mental. Pero esa misma petición formulada en Sorzano tiene sentido en cualquier ... momento del año. De hecho, en un verano normal, en un verano sin coronavirus, sin estar todos encerrados en casa, sin tener que pasar las horas muertas esperando a que llegue el siguiente día, la del Belén de Sorzano era una de las 'excursiones' más repetidas. Con parada en el bar del pueblo incluida, que es donde están las llaves. Esa y la de los 'chotos' los terneros que visitamos el primer día y que ahí seguirán esperando más visitas.
De momento las excursiones se han cancelado. Todas salvo una: la visita al contenedor que está a apenas 100 metros de casa. La última que le hicimos, hace unos días, fue familiar. Un pequeño camino de arena y 20 metros de asfalto nos separan del punto de reciclaje y el 'paseo' fue recibido como si subiéramos a ver las neveras del Moncalvillo. Nunca algo tan sencillo fue tan celebrado.
Y es que, a unos días de que la cuarentena alcance el que tendría que ser su final (al menos si al significado estricto del término nos ceñimos) todo empieza a ser demasiado repetitivo, demasiado monótono. Tanto que el mantra, cuando no hay tablet de por medio, es el ¿y ahora qué hacemos? Una y otra vez, desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche. Día tras días. Semana tras semana. Lo bueno es que cualquier cosa que se salga de la rutina propia de unas niñas de 4 y 8 años es bastante bien recibido. Incluso cosas tan primarias como limpiar la casa.
Ayer fue uno de esos días. «¿Y qué hacemos ahora?» Limpiar la casa. «Vale, que guay. Yo friego, yo barro», se repartieron las funciones. Y dicho y hecho. No es que sea especialmente recomendable entregarles una fregona y una escoba. En condiciones normales ni ellas hubieran aceptado ni nosotros hubiéramos que era una buena opción. Ayer sí. Ahora todo vale. Lo de barrer fue menos problemático: con repasar todo lo que se quedaba por el camino, solucionado. Lo de la fregona fue bastante peor. No tuvimos que recurrir al flotador, pero casi. El suelo quedó ligeramente inundado, casi como si la gota fría hubiera caído en el salón: «Así se queda más limpio». Cómo no se nos había ocurrido antes. A más agua, más limpieza. De primero de Primaria.
Menos mal que el lunes 'empieza' de nuevo el 'cole'.
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