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Cada ola del COVID-19 tiene su firma. Todavía no sabemos cómo será la de esta tercera que apenas empezamos a conocer, pero una característica ya empieza a asomar: su velocidad. A día 11 de enero, cuando ya empiezan a llegar los contagios ocasionados ... cerca de Nochevieja, la sensación ya no es de ola. Es de tsunami.
En dos semanas los nuevos casos se han triplicado: 369 entre el 21 y el 27 de diciembre, 1.087 la semana que terminó el 10. Un despliegue de velocidad desconocida hasta ahora, que levanta fuertes temores por lo que va a pasar durante los próximos días.
Quizá por eso, el Gobierno de La Rioja hizo ayer lo que no acostumbra: anunciar con dos días de antelación que va a tomar más medidas restrictivas para intentar parar (o al menos paliar) la que se le viene encima. Así lo decía Sara Alba, la portavoz del Ejecutivo, interrogada por los periodistas en una rueda de prensa convocada por otro tema.
Será el próximo miércoles, en la reunión del Consejo de Gobierno. Porque los datos en la región van «al alza de manera muy rápida». Alba no ocultaba que «nos esperan días muy difíciles, semanas muy difíciles y probablemente meses muy complicados».
¿Por dónde pueden ir esas nuevas medidas? No hay por ahora pistas, más allá de la intención general: intentar limitar los contactos sociales y, en palabras de Alba, «evitar que nos agrupemos en un espacio no seguro».
«Cuando se hace bien, funciona», decía Alba. Pero está claro que ese distanciamiento social falló, pese a todas las advertencias, en Navidad. Ayer los casos activos bajaron ligeramente (de 1.358 a 1.334) tras varios días de subida casi vertical. Pero es algo que suele pasar los lunes, y que no suele marcar tendencia. Con casi total probabilidad, los próximos días de esta semana verán nuevos aumentos rápidos de casos activos.
Y con ello ocurre lo de siempre. Con más personas contagiadas y con el coronavirus en su organismo, habrá más ingresos en los hospitales. El aumento de la presión hospitalaria también se está poniendo vertical. La Rioja ha pasado de 69 a 119 personas ingresadas en solo cinco días. El aumento de ayer, de 13 nuevos pacientes, hay que imputárselo entero al Hospital San Pedro, que entre planta y UCI ya vuelve a pasar de los cien ingresados, 104. Los otros quince están en el Hospital de Calahorra, que ayer no registró ninguna modificación.
Para la UCI del San Pedro ya es solo un recuerdo aquel mínimo de 11 pacientes con COVID del 27 de septiembre. Ahora tiene 23. Y sumándole los ingresos por otras patologías (12) resulta que la unidad de críticos está ya al 64,8%. Y aún falta mucho para que se le vea el pico a esta subida.
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De los casos al hospital, del hospital a las muertes. La ecuación es sencilla y repetida. Y La Rioja vuelve a acelerar también en número de muertes. Ayer se hicieron públicas otras dos: dos hombres mayores, que no vivían en residencias de ancianos. Ambos fallecieron el domingo 10.
Y la cuenta sigue subiendo, en fin. Ya son 596 las víctimas mortales del COVID desde marzo. La Rioja superará esta semana las 600.
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Las subidas de casos se concentran en la capital. Ayer Logroño sumó 22 casos más, hasta los 595 casos. La ciudad ya ha recuperado casi la mitad de lo que perdió durante el confinamiento de noviembre, y lleva días también con una rapidísima subida: estaba alrededor de los 220 casos activos a final de año.
Y con estas subidas, La Rioja dispara su incidencia acumulada. Es decir, los casos nuevos por cien mil habitantes registrados en los últimos 14 días. Ya ha pasado la comunidad de los 500, y de largo: 533,65.
Y lo que es peor, esa incidencia ya disparada, señal de una subida así de peligrosa, es aún peor entre la población más vulnerable, los mayores de 65 años, que ya han superado los 600 casos por cien mil habitantes.
La Policía Nacional informó ayer de que, pese a las difíciles circunstancias climatológicas de las últimas noches, sancionó en Logroño hasta a 59 personas. La mayoría de ellas simplemente por no llevar mascarilla o por saltarse el toque de queda, pero algunos de los sancionados fueron sorprendidos además con distintas sustancias estupefacientes. Así ocurrió, por ejemplo, con un hombre sorprendido sobre las 3.40 de la noche del sábado en Juan XXIII, que llevaba una pequeña cantidad de cocaína. O al conductor de una furgoneta que circulaba sobre las cuatro de la mañana del sábado por Autonomía de La Rioja y además, llevaba una bolsa con unos 30 gramos de marihuana. Pero por lo demás, las excusas eran variadas: desde el que venía «de hacerse un tatuaje» al que se había quedado dormido «viendo una película en casa de unos amigos».
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