El prólogo de esta pesadilla se escribió en algún momento impreciso de diciembre, cuando un nuevo tipo de virus saltó de un animal salvaje a un ser humano. Sucedió a 9.633 kilómetros de Logroño, en el mercado de una ciudad china de provincias ... cuyo nombre (Wuhan) hemos memorizado a sangre y fuego. El 6 de enero, lunes, el corresponsal de este grupo en Extremo Oriente, Zigor Aldama, publicaba una información con un título inquietante y profético: «Un brote de neumonía atípica en China revive el fantasma de la epidemia mortal». El artículo recordaba la anterior amenaza vírica, el SARS, apuntaba el número de afectados (70) y alertaba de la «opacidad» de las autoridades chinas. Aquella noticia ni siquiera iba en portada. Estábamos entretenidos con cosas que a todos nos parecían más importantes: la llegada de los Reyes Magos a Las Gaunas, la investidura de Pedro Sánchez, un empate de la UD Logroñés.
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El 20 de enero, el Ministerio de Sanidad español consideraba «muy bajo» el riesgo de que se introdujera en el país el nuevo coronavirus que había causado un brote de neumonía en Wuhan. Dos días después, Zigor Aldama indicaba que crecía la preocupación por una infección que ya había causado 17 muertos. De pronto, por sorpresa, el 23 de enero China tomó sonoras cartas en el asunto: «A las diez de la mañana de ayer, la ciudad de Wuhan cerró sus puertas a cal y canto hasta nuevo aviso», comenzaba Aldama su crónica. La cosa se ponía seria, aunque había una cierta sensación de pintoresquismo, como si esas medidas tan expeditivas fueran baladronadas de Xi Jinping. De hecho, aunque los telediarios comenzaban a emitir imágenes casi oníricas de Wuhan, aquí teníamos otros asuntos sobre la mesa. Nos parecía más relevante que Ceniceros dejara la presidencia del PP. O que los camiones siguieran sin poder circular por la N-232.
Camiones. Circular. N-232. Qué lejos estábamos de prever la soledad infinita de las carreteras riojanas apenas dos meses después.
Poco a poco, el virus fue infectando también las portadas de la prensa española. El 30 de enero, la OMS declaró la alerta internacional. Un día después, se registró el primer caso en España: un turista alemán que estaba de vacaciones en La Gomera. En la tercera semana de febrero, el virus comenzó a prender en la Lombardía italiana y el día 24 la Consejería de Salud activó el protocolo por coronavirus ante los síntomas que presentaba una mujer de Arnedo que había regresado de la feria de calzado de Milán. Aquel caso fue finalmente descartado, pero el bicho estaba ya al acecho y parecía cuestión de tiempo que acabase aterrizando a orillas del Ebro.
Nadie imaginaba entonces, sin embargo, que irrumpiera con tanta fuerza. Un multitudinario funeral en Vitoria se convirtió en un demoledor foco que fue expandiéndose como una riada incontenible, primero por Haro y Casalarreina; luego por toda la comunidad autónoma. El 2 de marzo se anotaron los primeros casos en La Rioja: un vecino de Haro y un sanitario del hospital vitoriano Txagorritxu. Los acontecimientos se precipitaron, especialmente tras el fin de semana del 8M, pródigo en actos masivos: las manifestaciones del Día de la Mujer; la jornada de Liga; un mitin de Vox en Vistalegre.
Los colegios de La Rioja cerraron sus aulas tres días después. La región se había convertido en la comunidad autónoma más afectada de España, con ratios superiores incluso a los de Lombardía. Ese mismo día se conocieron las primeras muertes en La Rioja: dos mujeres de avanzada edad. Aunque no se supo hasta mucho después, el primer fallecido con coronavirus en España se había registrado el 13 de febrero en Valencia. El segundo fue un octogenario, vecino de Bilbao, que murió el 4 de marzo. Las cifras comenzaron entonces a atropellarse unas a otras: cada día más afectados, más hospitalizados, más muertos.
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El resto lo podemos resumir de memoria: el estado de alarma, el confinamiento, la paralización del país, el tributo cotidiano a los héroes que, sin suficientes medios, se baten el cobre en la trinchera. Y la feroz añoranza de los tiempos (nada lejanos) en los que un empate de la UD Logroñés parecía lo más importante del día.
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