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Los hermanos Javier y Daniela Álvarez Latorre, acompañados por su padres, Ricardo y Mireia, reposan sentados tras recibir su dosis.

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Los hermanos Javier y Daniela Álvarez Latorre, acompañados por su padres, Ricardo y Mireia, reposan sentados tras recibir su dosis. Sonia Tercero

«Ha hecho pum y ni me he enterado. No me duele nada»

Vacunación infantil ·

El Palacio de Deportes acoge la primera jornada de administración de dosis pediátricas, 827 previstas este jueves, fuera del ámbito escolar

Jueves, 23 de diciembre 2021, 19:53

Entre balones de baloncesto, jeringuillas y viales. El Palacio de los Deportes de la capital riojana transformó este jueves su coreografía habitual, para ceder parte de sus espacios a la batalla sanitaria frente al omnipresente SARS-CoV-2. Mientras las jugadoras del Promete ensayaban pases, bloqueos, tapones y lanzamientos a canasta, el hall principal recibía un goteo continuo de niños convocados a su cita con la primera dosis pediátrica de Pfizer; y el vestíbulo trasero, un intenso peregrinar de posibles pacientes del COVID que acudían a su encuentro con el molesto bastoncillo nasal de la PCR.

Era su primer día de vacaciones escolares y, salvo alguna carita asustada o unas inoportunas lágrimas, las sonrisas de ilusión y confianza acompañaron a los pequeños. Salud había preparado viales para administrar 827 dosis pediátricas de Pfizer y unas decenas de jeringuillas con Moderna, para el refuerzo de los profesores de los centros convocados, en el arranque de la vacunación infantil fuera del ámbito escolar hasta el retorno a las clases en enero.

Álex Martínez Palacios, de 6 años, entró resuelto junto a sus padres, Javier y Elena. «No me da miedo», aseguró rotundo para, tras una sombra de duda, preguntar: «¿Dónde hay una puerta para mirar para atrás y no ver la aguja?». Unos segundos después volvía a sonreír. «Ha hecho pum y ya está. Ni me he enterado y no me duele nada el brazo», aseguraba a sus padres, que aseveraban: «No hemos tenido ninguna duda, estábamos deseando de que esté protegido».

Una pastita mágica

Javier Álvarez Latorre, de 7 años, y su hermana Daniela, de 8, llegaron también junto a sus padres, Ricardo y Mireia, que admitían que «dudas siempre tienes, porque la vacuna lleva solo un año, pero si este es el camino que nos dicen pues habrá que tomarlo, porque entre todos tenemos que terminar con este problema».

«Me ha dolido al empezar, pero muy poco, y luego ya nada porque ha sido muy rápido», aseguraba orgulloso el pequeño, que miraba de reojo a su hermana, que, con alguna lágrima, se quejaba de un insoportable dolor en el brazo que desapareció en apenas unos segundos cuando su madre sacó una pastita de chocolate envuelta en celofán dorado.

«Yo tengo las dos vacunas y me ha ido muy bien y quiero lo mismo para mis hijos. Tenemos que hacerlo todos, aquí en España, en Marruecos... en todo el mundo», aseguraba Boumia Abdelmajid, que junto a su esposa, Fatiha Boumahdi, trasladó a sus hijos, Aboubakar, de 12 años, y Zakaria, de 9 al reciente. «Ni me he enterado, ha sido un pinchacito», explicaba el mayor de los hermanos, mientras el pequeño defendía: «A mí tampoco me ha dolido nada, bueno solo un poquito».

Tras ellos aparece un pequeño que empieza a desprenderse de la ropa mientras camino seguro hacia el punto de vacunación. Es Andrés Rodríguez Huerta, de solo 7 años, pero con una concienciación que para sí querrían muchos jóvenes y adultos. «No me ha dado tiempo a enterarme. Me ha dicho la enfermera que cuente hasta tres y cuando iba por el uno ya había terminado. Una vez me picó una abeja en el dedo y me hizo más daño y otra vez pisé sin querer una avispa y me dolió más. Esto no es nada», explicaba en presencia de su orgullosa madre, Susana Huerta, que explicaba que «Andrés tenía muchas ganas porque quería también estar vacunado contra el COVID, como los papás. Esta es ahora mismo la única arma que tenemos contra el virus y hay que usarla».

Un ritmo ralentizado

Con ejemplos como el de ellos, el éxito de la vacunación infantil será un éxito en la comunidad, que de momento, tal vez penalizada por la incidencia de la sexta ola, no ha avanzado al ritmo de otras comunidades, al menos en su etapa escolar, ya que la cifra de niños riojanos vacunados ascendía hasta ayer a 2.903, el 12,8% de la población diana -solo por encima de Madrid, Cataluña, Murcia y Baleares-, cuando la media nacional se sitúa en el 17,8% y hay regiones que superan incluso el 30, como Extremadura o Galicia.

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