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Viernes, 3 de abril 2020, 07:44
Emprendedor, generoso, familiar, culto, con un especial interés por la música y siempre arreglado de pies a cabeza. «Era muy presumido. Nunca le pillabas despeinado», le recuerdan con cariño en su ciudad natal quienes compartieron muchos momentos de su vida, informa nuestra corresponsal Isabel Álvarez. La faceta empresarial de José María Losantos (Calahorra, 1936) es de sobra conocida. Su éxito en el mundo de los negocios, a través del grupo inmobiliario Neinver, ha sido seguido por la prensa especializada en el ámbito económico. Pero detrás del empresario tenaz y emprendedor había una persona cercana, entrañable y entregada a su familia. «Era muy amante de sus hijos (7) , sus nietos (28) y biznietos (11). Compartía todo lo que tenía», destacan de él amistades muy cercanas a la familia.
José María Losantos pasó su niñez frente a la plaza de la Verdura, junto a sus tres hermanos y su hermana. Eran hijos de un profesor de Dibujo, fundador de la Escuela de Formación Profesional y delegado del Ministerio de Información y Turismo. Quizá heredaría de su padre esa cualidad autodidacta que supo aprovechar para aprender a tocar el piano. «Aprendió el sólo y tocaba el órgano todos los días en la parroquia a la que iba», valoran de él desde Calahorra. Y es que Losantos, que falleció el 24 de marzo a los 83 años, ejerció de monaguillo en la iglesia de los Padres Dominicos de Alcobendas, donde ayudaba a dar la comunión.
Antes de comenzar en la construcción ejerció de comercial, hasta que a finales de los 60 fundó Neinver con su hermano Mario. El éxito les llevó a expandirse y a asentarse en Madrid, donde mas adelante se convertiría en referente del sector retail y outlet en Europa.
En Calahorra encontró a su primer amor, Irene Santorromán. Con ella fue padre de seis hijos. Lamentablemente, una de sus hijas falleció de cáncer. Ya en Madrid, José María retomó su vida con Concha, con quien tuvo otro hijo. Y los últimos años los pasó al lado de Isabella. A pesar de la distancia «hacía patria de Calahorra». «Compraba un palet de vino a Bodegas Dunviro para regalar en Madrid», dicen sus allegados. Otro ejemplo de su generosidad fue el pago del sistema de calefacción de la catedral calagurritana.
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