A José M.ª Rodríguez, José, se le puede ver con el mandil de un lado a otro tras la barra del bar Milenario (Ciriaco Garrido). De la cocina al tirador de cerveza, de ahí a las botellas de vino y de nuevo a la ... cocina. Un lugar idóneo para salivar con unas variadas raciones de cocina casera y un trato cercano y campechano. Sin embargo, ahora se enfrenta a una situación de película de terror, similar a la que están viviendo muchos paisanos a los que el COVID-19 les pilló lejos de España. José y Eva, su pareja, han visto cómo el coronavirus ha tornado en pesadilla un sueño que comenzó hace unas semanas con un viaje a Bolivia para conocer el país de nacimiento de Eva.
Todo iba genial cuando el 3 de marzo llegaron a Santa Cruz (la ciudad más poblada de Bolivia, con 1,7 millones de habitantes). Por delante, tres semanas de tranquilidad y turismo. «Teníamos pensado viajar a otras ciudades pero nos cogió la cuarentena», recuerda José desde Santa Cruz. Fue duro asimilar la situación: «Al principio yo estaba muy desanimado porque mis padres son mayores y estaban muy preocupados por mí». Más aún cuando Air Europa canceló el vuelo de regreso, previsto para el pasado sábado día 25. «Me dijeron que los vuelos estaban cancelados hasta junio», explica José.
A partir de ese momento tocaba moverse para solucionar su situación. «En la embajada me junté con otros tres españoles e hicimos pública nuestra situación a través de las redes sociales. Empezamos cuatro y ahora somos trescientos», confirma el riojano con cierto orgullo.
«Aquí en Santa Cruz el confinamiento se hace con militares y carros de combate por las calles»
Lo cierto es que la situación en Bolivia no es la más idónea para el trabajo burocrático: «España está sin representación desde el conflicto a finales de año en el que se acusó a nuestro país de 'atropellar' la soberanía boliviana al ayudar a la embajadora de México». Por ese motivo, en la embajada española «solamente hay funcionarios bolivianos».
Sin embargo, la presión que está realizando José y el resto de españoles atrapados parece que está dando sus frutos. «Hay personas con problemas de dinero, medicinales, personas con tratamiento de cáncer que tenían que haberse ido ya, y estamos haciendo mucha fuerza ante la embajada». «Creo que el día 4 de mayo fletan un avión», comenta esperanzado.
Preguntado por el confinamiento allá en Santa Cruz, José reconoce que están sobreviviendo «gracias a la familia, que nos acoge, porque aquí los bancos no abren y nos estamos quedando sin dinero. Aquí la cuarentena se está haciendo con militares y con carros de combate». «La gente –prosigue– vive al día, así que se buscan la vida vendiendo cualquier cosa por las calles».
En cuanto al Milenario, su bar, José habla con nostalgia de él. «Lo del bar lo llevo de momento bien, porque he hecho un ERTE con los trabajadores. Pero sigo sin tener ingresos, claro», confirma.
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