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L. R.
Coronavirus en La Rioja: Jornadas eternas, autoformación y mucha colaboración: así han solventado los profesores riojanos la nueva educación

Los días en los que los docentes de La Rioja dejaron de tener horarios

Jornadas eternas, autoformación y mucha colaboración: así han solventado los profesores riojanos la nueva educación

Luis J. Ruiz

Logroño

Domingo, 3 de mayo 2020, 08:42

Da igual que sean las 7 de la mañana que las 12 de la noche. «Metemos más horas que un reloj», dice Asunción Barreras, directora del departamento de Filologías Modernas de la UR. Puede sonar a chanza, pero esa es la realidad de los docentes riojanos desde el pasado 10 de marzo –hecho denunciado en un comunicado por la CSIF, que también alerta de la falta de 'desconexión' de los docentes–.

Lo mismo le pasa a su colega Jesús Rubén Berenguer, profesor de química inorgánica, que reconoce que su familia le dio 'un toque' porque en pleno confinamiento le veían menos que cuando acudía a las aulas del CCT. No son muy diferentes las agendas de Estíbaliz López de Abechuco, profesora y jefa de estudios del colegio San Felices de Haro; de Ana Ochoa, directora pedagógica del Bachillerato Santa María; de Alberto Mangado, director del IES Esteban Manuel de Villegas de Nájera o de Elena Martínez, profesora y jefa de estudios de La Enseñanza.

La sensación de haberse exprimido al máximo es compartida por todos. También la satisfacción por la respuesta de los alumnos. Pero no todo son buenas palabras. La crítica no es unánime, pero más de uno cree que Educación no ha estado a la altura y que se ha desentendido un poco (o bastante) del docente. Alguno se ha sentido abandonado, sin más apoyo que el de sus compañeros. Sobre todo, pero no solo, en la red concertada, en donde el trabajo en red de los docentes de Escuelas Católicas ha sido vital.

Alberto Mangado | Director IES Esteban Manuel Villegas (Nájera)

«Se demuestra la importancia de las clases presenciales»

«Lo que se pensaba hacer en muchos años, se ha hecho en pocos días». Así resume Alberto Mangado lo que ha sucedido en las aulas riojanas en los últimos 54 días. Lo más duro para todos, asume, fue el principio. También para los alumnos. «Hubo un intento de hacer que no pasaba nada cuando sí pasaba. Saturábamos a los alumnos y las familias nos decían que era una pasada...», recuerda. Ahora, instalados en el nuevo ritmo, cree que «se está respondiendo bastante bien».

¿Cómo se completa un cambio tan radical? «Depende de las materias» pero Racima, la plataforma del Gobierno de La Rioja, es uno de sus pilares básico. No el único. El gran problema es «la brecha digital», que sigue dejando al margen «a algún alumno» y que es más profunda «en los grupos de refuerzo». Mangado, que duda que el esfuerzo tenga recompensa en una mayor valoración social de la figura del docente –«no he trabajado más en mi vida», asegura–, es tajante cuando se le cuestiona sobre el futuro de la educación. «Si algo ha demostrado esta realidad es la importancia de las clases presenciales».

Asunción Barreras | Directora de Filologías Modernas de la UR

«Estamos metiendo más horas que un reloj»

Cuando el País Vasco, un día antes que La Rioja, cerró sus aulas, los profesores del departamento de Filología Moderna hicieron acopio de material didáctico por si las cosas se torcían en La Rioja. Acertaron. Asunción Barreras, su directora, no esconde que, pese a que toma parte en estudios de posgrado y doctorado a través de Internet, es un poco «alérgica» a las nuevas tecnologías y que el primer día de clase online todo eran nervios. La cosa ha funcionado. «Dos tercios de los alumnos siguen las clases habitualmente» y los que tienen problemas de conexión, incluida una alumna en Italia, tienen acceso a todos los contenidos. «Entre el blog, los correos y las clases virtuales trabajamos bien», dice Barreras que asume que lo que más ha pesado ha sido la incertidumbre. «Llevamos a los alumnos de la mano. Estamos metiendo más horas que un reloj», apunta reconociendo que, indirectamente, están impartiendo a sus alumnos «un master acelerado de educación a distancia». En ese revolucionado escenario, aún ha tenido tiempo de poner en marcha, junto al grupo de didáctica de Lenguas extranjeras, el proyecto 'Coronaninjas', una web para combatir el COVID-19 y aprender inglés para alumnos de Primaria. «Hay que seguir siendo útiles a la sociedad», apunta.

Jesús Rubén Berenguer | Profesor de Química Inorgánica de la UR

«En algo tendremos que cambiar el modelo en el futuro»

No fue un tuit viral, pero la foto del despacho de Jesús Rubén Berenguer, profesor de química inorgánica de la UR, con tres pantallas dando clases desde su casa es fiel reflejo de su realidad diaria. «Me han tenido que decir que desconectara, que pasaba demasiadas horas trabajando». Casi dos meses después cree que «no ha sido tan duro como se preveía» y destaca que la potencia del Campus Virtual de la UR y la formación recibida desde la Fundación de la UR han sido clave. Eso sí, como los docentes de la educación obligatoria, todo con recursos propios y haciendo malabares para limar la brecha digital de alguno de sus alumnos.

«Las primeras clases fueron raras... Luego hemos normalizado todo. Somos una universidad presencial, pero en algo tendremos que ir cambiando el modelo en el futuro», sostiene, destacando que los alumnos, con los que ha consensuado el sistema de evaluación, «han puesto toda la carne en el asador». Otra cosa son las prácticas. «Se han intentado de forma virtual, pero no es lo mismo. Hemos tenido que improvisar de la mejor manera posible», como también ha tenido que cambiar la metodología de las clases.

Ana Ochoa | Directora pedagógica del Bachillerato Santa María

«Quizá no abandonados, pero sí nos sentimos no ayudados»

Ana Ochoa, además de directora pedagógica del Bachillerato Santa María, se ha convertido en la psicóloga de cabecera de sus alumnos de segundo de Bachillerato, esos que en momentos de agobio ante la EBAU que se les viene encima, le lanzan periódicos mensajes de socorro. «Les llamas y les dices que tranquilos, que todo irá bien y se sienten acompañados».

Esa es otra de las funciones autoimpuestas por los docentes, explica, antes de confesar que se ha descubierto de madrugada mirando el correo por si algún alumno le había enviado algo.

«Nos hemos reinventando. Nos pusimos de acuerdo todos los profesores para ver cómo podíamos llegar a los alumnos y seguir avanzando materia desde el primer día», confiesa. Eso, en la práctica, se ha convertido en vídeos con explicaciones, clases virtuales, documentos con el material, correos electrónicos... Y todo, de manera autónoma. «Hemos ido descubriendo y compartiendo material entre los centros de Escuelas Católicos. Quizá no nos hayamos sentidos abandonados, pero sí no ayudados», sostiene.

Con los alumnos algo más tranquilos –«los que van a por nota alta en la EBAU son los que más nerviosos están», dice–, no duda de que se ha aprendido mucho durante estos casi dos meses, pero «la educación en el aula, el cara a cara, no hay nada que lo supere».

En todo caso, parte de lo interiorizado este tiempo acabará en las aulas. «Los alumnos han ganando autonomía y nosotros otros métodos de enseñanza... Además de mucha ansiedad por no saber cuándo desconectar».

Estíbaliz López de Abechuco | Jefa estudios colegio San Felices de Haro

«Las jornadas continúan siendo intensas y extensas»

Haro, en el inicio de la pandemia, fue el epicentro del coronavirus en La Rioja. Tanto que durante días no pocos medios nacionales pusieron en las calles jarreras el foco. En primera línea estaba Estíbaliz López de Abechuco, jefa de estudios del colegio San Felices (que también registró casos entre su alumnado).

La intensidad de aquellas fechas se mantiene, solo ha cambiado el escenario. «Las jornadas son intensas y extensas con un horario totalmente trastocado», asegura. «Ha sido mucho trabajo y muchas horas para descubrir plataformas y nuevos recursos» en un proceso en el que echa en falta más apoyo desde la Consejería. No comparte que su concepto de formación haya sido «un MOOC sobre las bases de la educación a distancia» y recuerda que todo lo hecho en el programa Avanza TIC estaba pensado para «utilizar la tecnología en el aula, no en la distancia. Las competencias digitales no eran suficientes ni había un soporte homogéneo para todos los alumnos».

Si a todo eso se suma la edad y la heterogeneidad de sus alumnos, el resultado es de matrícula de honor. Y es que, a la hora de salvar barreras y brechas, los docentes del centro tratan, incluso, de contactar con un alumno de Pakistán al que la pandemia le sorprendió en su país de origen en un viaje familiar.

Esa brecha digital, que puede afectar con diferente intensidad a un 20% del alumnado les ha llevado a buscar todo tipo de alternativas desde grupos de wasap hasta el reparto de las tradicionales fotocopias... ¿Y la evaluación? «Es complicado», dice antes defender la necesidad de algún criterio más concreto.

Elena Martínez | Jefa de estudios y profesora de La Enseñanza

«Nos hemos formado a la carrera, pero no es lo mismo»

En la casa de Elena Martínez, jefa de estudios y profesora de Biología de la Enseñanza, un gran croma verde preside su despacho. Allí se graba con el móvil antes de crear animaciones que trasladan a sus alumnos a lo más parecido a una clase presencial. «Resulta extraño y no se puede suplir lo presencial por lo telemático, el ritmo es más lento y, pese a todo, soy optimista y hago un balance positivo. Creo que las familias están muy agradecidas».

Reconoce que su vida se ha convertido en un constante juego de malabares para ajustar unos horarios que como siempre se tuercen tiene que encender más de lo necesario la televisión. «Hemos tenido que formarnos a la carrera, una semana después del cierre ya estábamos trabajando así y tras casi dos meses los alumnos empiezan a soltarse ahora. Pero esto no es lo mismo», insiste.

Con algo más de un mes de clases por delante, Elena Martínez abre otro melón, el de la calificación y los criterios que aplicarán no solo las diferentes autonomías sino los centros de una misma región. Ellos, dice, harán lo mismo que siempre: «Nuestra responsabilidad es mirar por los alumnos. Es lo que siempre hemos hecho», completa.

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