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Sonia Tercero

Despliegue para la mejor desinfección de residencias

Eficacia militar. Han intervenido en inundaciones, enfrentado temporales y actuado contra plagas. El COVID-19 es el nuevo reto al que la UME sigue dando respuesta en La Rioja

Teri Sáenz

Logroño

Martes, 28 de abril 2020, 07:29

En la residencia Santa Teresa Jornet de la congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados cunde el silencio a primera hora de la mañana. El acceso principal en su sede de Logroño reluce, y la directora, Asunción del Río, saluda con una sonrisa intuida debajo de la mascarilla. «Estamos todos bien, gracias a Dios», informa en el vestíbulo del centro que ahora acoge a 125 mayores, aunque su capacidad es para 148. La bienvenida es también para el equipo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que se despliega por el edificio pertrechado con una solución de hipoclorito sódico con la que rocían y frotan las zonas más comprometidas. «Se trata de lejía o hipoclorito al 0,5 ó 1%, en función de la situación con la que se descontamina el conjunto, aunque incidiendo en los puntos donde el contacto es más frecuente como barandillas, pomos de las puertas, vestuarios o áreas de paso en las que 'el bicho' puede estar y hay que eliminar». El bicho es el COVID-19 que tantos dramas genera, y quien habla es el capitán Marcos García, jefe del subgrupo táctico 'Charlie' perteneciente al IV Batallón de la UME con base en Zaragoza y que opera ahora en La Rioja.

Los trabajadores de la residencia asisten con familiaridad a los movimientos perfectamente coordinados de los militares. No es ni mucho menos la primera vez que actúan aquí ni las únicas instalaciones de este tipo que desinfectarán hoy. «La clave es ser insistente, reiterar en la limpieza y seguir las pautas de sectorización para evitar incidencias», explica indicando que cada jornada se actúa en unas 16 residencias, en algunas de ellas con el refuerzo de especialistas del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA) desplazados desde Madrid y con capacidad de nebulizar al máximo con una máquina de peróxido de hidrógeno.

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  • 16 residencias de mayores repartidas por toda la comunidad descontamina la unidad cada jornada, algunas de ellas de forma diaria.

  • 90 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) sumó el despligue inicial que tras el retroceso en el número contagios se ha ido reduciendo.

El escenario desde que la UME recaló en la comunidad el 15 de marzo hasta ahora ha variado sustancialmente. «El primer paso consistió en una labor de reconocimiento, detectando qué puntos eran prioritarios», recapitula. «A continuación empezamos por lugares críticos como estaciones de ferrocarril, paradas de autobús, cajeros automáticos y zonas de tránsito, para concentrarnos más tarde en centros de salud y sobre todo en residencias de ancianos de la mano del mando único que lidera Enrique Ramalle», añade.

La UME ha clasificado las residencias por colores –rojas, verdes, amarillas– en función de la casuística y contagios en cada una

«El miedo y su gestión va dentro de cada uno (...), lo que nos da confianza es tener un procedimiento que demuestra que funciona»

La tarea de la UME está guiada por una meticulosa organización. «Una de las secciones del subgrupo se agregó a una compañía que actúa en Cataluña, y dos trabajan aquí con un operativo inicial de en torno a 90 compañeros». Con esos efectivos se articularon equipos y turnos con tres días de actividad y tres de descanso con 24 horas al día de disponibilidad, dividiendo el territorio en Rioja Alta, Baja y Logroño y fijando una calificación de las residencias por colores –rojas, verdes y amarillas– de acuerdo a la casuística de cada una de ellas, su estructura y el número de contagios. «En las primeras hemos estado acudiendo a diario y en el resto cada dos o tres días, también en función de las necesidades que los responsables nos han ido trasladando gracias al contacto directo que mantenemos», apostilla.

La mejoría de la coyuntura se denota en la reducción progresiva de los efectivos. «Es un buen síntoma, los datos de que el virus remite están ahí», subraya el capitán. Después de tres semanas a pleno rendimiento, el dispositivo se ha ido rebajando a los aproximadamente 45 profesionales asentados temporalmente en Agoncillo hasta que la misión culmine. El desarrollo de la pandemia y el conocimiento paulatino de la enfermedad ha facilitado también optimizar el trabajo. «En la primera residencia entramos 20 personas; ese volumen se ha podido rebajar y ha sido así posible desdoblarnos, ganando capacidad pero sin perder efectividad». Todo ello con el horizonte de ir desescalando su tarea en paralelo a lo previsto para el resto de la sociedad, y gracias también a la implicación de las propias residencias. «Su gestión y compromiso en situaciones dramáticas en ocasiones ha sido admirable», concede.

Un nuevo desafío

Nunca antes la UME había encarado una misión análoga. El subgrupo que lidera Marcos García había intervenido hasta ahora para paliar los efectos de incendios forestales, tormentas invernales como la que azotó Teruel, las inundaciones de Orihuela o la plaga de camalote en el río Guadiana a su paso por Extremadura. El coronavirus ha supuesto un reto superado con nota gracias a su formación y a las indicaciones de los expertos del GIETMA. ¿Cabe la incertidumbre entre los integrantes de una unidad de élite enfrentada a un enemigo desconocido? «El miedo y cómo gestionarlo va dentro de cada uno», reflexiona el jefe del subgrupo táctico. Y añade: «En la instrucción del combatiente que recibimos se incluye la relativa a riesgos NBQ (Nucleares, Biológicos y Químicos), así que todos los protocolos de protección y descontaminación digamos que los traemos de serie». «Lo que nos da confianza es tener un procedimiento que funciona, y la prueba es que en todo el tiempo que llevamos en primera línea no ha habido entre nuestra gente ningún caso positivo», agrega.

La evolución del trabajo de la UME en La Rioja desde su llegada se ha reflejado también en la percepción de su impactante presencia. «La acogida de la ciudadanía ha sido excelente, pero sí es cierto que al principio había cierta inquietud cuando llegábamos a algún centro porque suponían que sucedía algo grave... Ahora somos casi como amigos y saben que encarnamos una parte crucial de la respuesta que da la Administración ante casos así».

La directora de Santa Teresa Jornet no deja de asentir. Agradece la protección y resume su gratitud en cuatro palabras: «Se merecen un monumento».

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