Ni lo esperaba el pasado año ni en el actual ni en el futuro. Fernando Díaz Orueta, catedrático de Sociología de la UR, sonríe ... al ser consultado por el inexistente 'baby boom' que algunos auguraban tras el confinamiento antes de contestar. «Aquellos planteamientos que auguraban un incremento de los nacimientos por el confinamiento estaban basados en presunciones muy imaginativas, era absurdo pensar que iba a ocurrir y, desde luego, nadie del ámbito científico de la Demografía y la Sociología se planteó esto seriamente», asevera.
El experto recuerda que La Rioja y toda España venían de «una situación con bastantes elementos que contribuían ya al estancamiento de la natalidad», entre los que destaca tres: «la situación de precariedad laboral y la incertidumbre en muchos aspectos de la vida, la desigualdad de género, que se continúa perpetuando en muchos aspectos y luego influye a la hora de tener o no hijos; y la gravedad del problema de la vivienda», una situación, resalta, en la que «la pandemia de COVID ha generado todavía más incertidumbre de la que ya había en un sistema económico muy agresivo, muy duro, con los trabajadores y las personas en general; y por tanto, el comportamiento en el caso de la natalidad ha sido el lógico».
Tras incidir que en la actualidad la decisión de tener hijos «responde a un deseo y a una planificación», defiende que «todos esos elementos contribuyen a que se frene la natalidad». Díaz Orueta admite que «seguramente en un entorno más favorable y con ciertas ayudas públicas podría producirse un repunte, pero que nadie sueñe con un 'baby boom'».
El catedrático resalta que «en la pandemia, los factores biológicos, sociales y económicos se entrelazan y lo que vemos desde la Sociología es que la enfermedad y los efectos de esta no se pueden entender si no atendemos a factores fundamentales como la distribución de la riqueza, la estructura de clases sociales, el acceso a la vivienda, el tratamiento de los ecosistemas... Es decir, a diferencia de lo que se oye a veces de que la pandemia no distingue de clases sociales, por supuesto que lo está haciendo y afecta más a unos que a otros. Y todo eso afecta, evidentemente, a la natalidad, porque es un fenómeno social muy condicionado por el contexto social, político y económico».
En este sentido, considera que «el problema es que la respuesta política a la pandemia no está atendiendo a la complejidad de la situación. La respuesta no ha ido fundamentalmente a salvar vidas, de hecho convivimos con cientos de muertos diarios, ni se ha aprovechado para transformar a fondo el modelo de económico o nuestra relación con la naturaleza, Solo se piensa en cómo salvamos el siguiente periodo de vacaciones o en volver a la situación anterior».
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