Sara Alba ha sido y es uno de los rostros más visibles del Gobierno regional en la gestión de una crisis sanitaria global y sin precedentes. La consejera garantiza la total transparencia en la comunicación de los datos sobre una enfermedad que ha sido especialmente ... virulenta en La Rioja y advierte de los cambios que la nueva realidad obligará a implementar.
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–Mes y medio después del primer contagio confirmado en La Rioja, ¿qué decisiones adoptadas desde entonces cree que podrían haber sido mejorables?
–Concentramos nuestro trabajo en lo que toca cada día, sin mirar al retrovisor. A falta del balance global cuando el tiempo pase y dispongamos de todos los datos, lo que ya cabe es aprender que lo que sucede a miles de kilómetros puede acontecer dentro de poco y a gran velocidad a la puerta de nuestra casa. En un plano más concreto, La Rioja ha ido por delante en la toma de algunas decisiones que otras regiones demoraron. Fuimos los primeros en decretar el cierre de los colegios, en firmar órdenes para que nadie saliera de su domicilio si había dado un resultado positivo.... Sí que hay un elemento mejorable para la totalidad de las comunidades, como es haber tenido mayor previsión en los equipamientos. Estábamos acostumbrados al uso de los EPI para circunstancias y momentos concretos, pero no estábamos preparados para necesitarlos a todas horas de forma permanente y con cambios constantes. Ello nos hará repensar el aprovisionamiento adecuado.
COMUNICACIÓN
–¿Se ha sido transparente en la descripción de la situación en cada momento de la pandemia?
–Sí. La Consejería de Salud ha contado todo lo que ha ido sucediendo con absoluta transparencia. También es cierto que hemos tomado decisiones en tiempo real, haciendo en ocasiones que lo que decidíamos por la mañana por la tarde ya estuviera amortizado. El COVID-19 ha dado un vuelco brutal al concepto tiempo en nuestras vidas y también a la manera de gestionar y hacer política.
–¿A qué obedece la diferencia entre los fallecimientos reportados por coronavirus y los constatados por los registros civiles?
–La manera en que alimentamos ese dato es fundamentalmente a través de las empresas funerarias. El Registro Civil lo remite con cierto margen y eso produce un desfase respecto a la cifra oficial que se maneja. Se trata de una coyuntura común en todas las comunidades. El Ministerio está muy preocupado en esta cuestión y nos insiste en la importancia de dar las cifras del modo más fiel, aunque a veces resulta complicado no por voluntad sino por este tipo de circunstancias y la propia dinámica. Incluso introduciendo otras variables también sería complejo ser absolutamente exactos. Lo importante de los datos es que nos permiten hacer una fotografía del instante, pero la realidad avanza a tal velocidad que cuando se toma esa instantánea la imagen ya es otra.
–Otro dato como el de contagiados por áreas básicas de salud se ha dado a conocer recientemente, cuando otras regiones como el País Vasco lo vienen facilitando desde hace semanas.
–La Rioja ha seguido en todo momento las indicaciones marcadas por el Ministerio. Hay comunidades que se desmarcaron de algunos de esos criterios, pero nosotros hemos ejercido la responsabilidad institucional siguiendo las indicaciones que Sanidad ha pautado en cada momento. Cuando dijo que teníamos vía libre para fraccionar el dato o hacerlo de una manera más compartimentada, así lo hemos dado a conocer.
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RESIDENCIA DE ANCIANOS
–Por el contrario, la comunicación sobre infectados y fallecidos en residencias de ancianos se venía pormenorizando, hasta que se limitó esa información.
–Lo único que se ha hecho es darla de una manera diferente a raíz de que llegaron los test rápidos y de inmediato empezaron a realizarse pruebas tanto entre los usuarios de las residencias como entre el personal. Primero había que validar el método y luego ver con los datos la foto efectiva de lo que estaba sucediendo.
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–¿Son los centros de mayores el principal déficit en la gestión de la crisis en vista de la elevada cifra de residentes fallecidos?
–El número de fallecimientos hace referencia a la vulnerabilidad de quien vive en este tipo de centros, donde se produce la tormenta perfecta para que cuando entra el virus actúe de manera fulgurante. Y no solo en España, sino en toda Europa. En una fase inicial se creía que solo se podía contagiar si alguien presentaba síntomas y no mostrarlos era garantía de seguridad. No resultó así desde el punto de vista científico y ello lastró las actuaciones. También es cierto que no todas las residencias lo sufren y hay un número importante de ellas que mantiene blindada su situación.
–¿Se debería haber tenido mayor control en la aplicación de las medidas en este frente como así se ha demostrado a nivel hospitalario o en Primaria?
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–Desde el inicio trasladamos la instrucción del Ministerio acerca de sectorizar cada residencia, clasificar a los usuarios y adoptar todas las medidas de protección. Se hizo con toda la firmeza y la colaboración absoluta de las residencias. La clave es que, como en otras regiones, no se ha dispuesto hasta más tarde del material para hacer las pruebas diagnósticas rápidas para tener esa foto exacta y ver quién, además de presentar síntomas, podría ser un vector invisible de contagio. Hasta llegar a ese punto me consta que la totalidad de las direcciones han aplicado las instrucciones al detalle y con pulcritud en sus centros, aunque también hay que conocer que no todas las instalaciones tienen las mismas posibilidades a nivel estructural para poder reorganizar módulos, pasillos, plantas, alturas... Una de las muchas cuestiones que va a obligar a repensar el COVID-19 es el modelo de atención a mayores que vamos a necesitar en la Europa del siglo XXI.
–¿Fue la creación de un mando único para centralizar las decisiones en este campo el reconocimiento implícito de que la coyuntura se desbordaba?
–La medida atendió exclusivamente a la necesidad de organizar a los distintos entes que deben tomar decisiones en tiempo real sobre una misma materia, de forma que las actuaciones sean ágiles y eficaces.
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–Pero era previsible mucho antes de que las residencias fueran un foco neurálgico del virus.
–El mando único se creó cuando dispusimos de los test e inmediatamente asumimos que había que sentar en la misma mesa a todos los implicados para que pudieran pulsar el minuto más allá de si pertenecían a las Fuerzas Armadas, a la Delegación del Gobierno o una u otra consejería.
ARCAS DE NOÉ
–¿Por qué la titular de Servicios Sociales competente en las residencias no toma el protagonismo que tiene usted en la gestión de la crisis u otros consejeros en sus respectivas áreas?
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–Esa pregunta quizás se la deba plantear a ella. Yo respondo por lo que hace la Consejería de Salud, aunque también debo poner en evidencia que somos un solo Gobierno que toma sus decisiones de manera colegiada.
–Su departamento destaca el indicador de letalidad en función del número de contagiados y no el de mortalidad por 100.000 habitantes que usan otras fuentes y que sitúa a La Rioja en tercer lugar del ránking nacional.
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–No hay ningún otro interés en plantear los indicadores que el Ministerio nos solicita para poder hacer comparaciones con otras comunidades. Si me lo permite, los datos son lo que son. Ayudan a evaluar y planificar, pero no son un fin en sí mismos y aunque la gente busca en ellos certezas absolutas, el escenario, como repite Fernando Simón, es de incertidumbre.
–¿Remitirá La Rioja a los enfermos asintomáticos a las 'arcas de Noé', cuya relación pidió el Ministerio a las comunidades?
–Ya está estudiado para que puedan pasar allí la cuarentena, dentro de la desescalada prevista. El listado ya se envió, pero determinar de cuáles se hace uso, requiere el dato exacto de potenciales usuarios, ya que no es lo mismo habilitar espacios para cien que para mil. Las circunstancias de cada uno serán diferentes y habrá que disponer esas 'arcas' en diferentes puntos del territorio, contando además que la pandemia no se está comportando igual en toda La Rioja.
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