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Torrecilla en Cameros también está confinado, aunque voluntariamente. No ha hecho falta una orden gubernamental, solo una recomendación municipal para que los vecinos, que han menguado considerablemente al finalizar el verano, no salgan de sus casas. Es martes por la mañana y por no haber no hay ni gatos callejeros, solo un perro cruza las plazas Felipe Nestares, Constitución y Ricardo García como extrañado de no ver a nadie. O casi nadie, solo hay movimiento de furgonetas de reparto y en el interior de los comercios, como la farmacia, el estanco, la carnicería...
De pronto irrumpen en el paisaje Guillermo Torres y José María Soba, los alguaciles municipales, ataviados con unos EPI, dispuestos a llevar a una vecina las medicinas que necesita. Y es que, después de una primavera y un verano con cientos de residentes estacionales, desde la declaración del estado de alarma, habiendo podido controlar la epidemia en la localidad, en los últimos días se ha elevado la cifra de contagios de COVID-19. La semana pasada había cinco positivos y esta, según informa el alcalde, Sergio Martínez Astola (director de la Fundación Rioja Salud), hay nueve casos, tres de ellos ingresados en el hospital San Pedro de Logroño y treinta personas en cuarentena.
Hay quien señala las celebraciones íntimas y familiares del día de la Virgen de Tómalos (8 de septiembre) como causa, otros apuntan a una partida de cartas... En cualquier caso, la relajación, como en todas partes, parece haber sido el motivo del aumento de contagios que el Ayuntamiento de Torrecilla en Cameros, siguiendo las indicaciones del centro de salud, quiere atajar. Torrecilla cuenta con 456 censados, pero residentes habituales son algunos menos, unos 350, aunque todavía permanecen en el municipio, calculan desde el Consistorio, unas 600 personas.
Pedro Ramírez de Arellano ha oído ruido en la calle y sale al quicio de la puerta a ver qué sucede. Su esposa Emilia se asoma a la ventana desde el primer piso. Son los alguaciles llevando las medicinas a su vecina. «Hay que cumplir lo que nos han dicho el alcalde y la médica: que no salgamos hasta el domingo. Y nosotros no pensamos salir», asegura Pedro. Tampoco salían mucho antes, admiten. «Ahora no estaremos ni la décima parte de personas que en verano y cuando miro por la ventana no veo a casi nadie», valora Pedro, quien, amable, confiesa: «Yo paso el tiempo subiendo y bajando escaleras, leyendo y viendo la televisión».
Elena Artaso, la farmacéutica, explica que trabaja con cierta normalidad, eso sí, detrás de una mampara, reduciendo el aforo del local, etc. «La gente joven viene y los mayores nos llaman y encargan las cosas», describe. Y en cuanto a las medidas recomendadas en Torrecilla, Elena opina que «me parece perfecto, algo hay que hacer porque hemos ido a peor aquí y el Ayuntamiento lo pone muy fácil a la gente».
Esa facilidad la dan los alguaciles, que cada jornada, entre sus labores de mantenimiento, se convierten en recaderos, transportan la compra y los medicamentos a los mayores para evitar que salgan de sus casas y, por tanto, el contagio de la población vulnerable. «Es voluntario, no nos obligan, pero las circunstancias son así y a la gente mayor le da mucha tranquilidad este servicio», declara Guillermo, porque «hay gente con bastante miedo». Por eso, lo que se encuentran detrás de las puertas es mucha gratitud... y conversación. «La gente nos lo agradece bastante. Lo mejor es que se queden en casita, que ya les llevaremos nosotros lo que necesiten», advierte José María, quien reconoce que hay quien tiene ganas de hablar, después de varios días solos, sin ver a nadie, y les sacan cualquier tema de conversación. «También les sacamos la basura, lo que necesiten», añade Guillermo.
Los bares están cerrados, también voluntariamente, y aunque el día es claro, solo un hombre espera a poder entrar en el banco, una mujer se atreve a salir a tirar la basura y un anciano observa el río Iregua desde lo alto, apartado. «La gente está respondiendo bien, están preocupados pero concienciados de que, haciendo las cosas bien, se puede salir de esto», afirma Guillermo.
«Para la población de Torrecilla, la verdad es que ha habido un aumento de positivos a tener en cuenta, y aunque creo que lo tenemos controlado, queremos frenarlo», declara Ana Acereda, médica del centro de salud. Lo que se ha hecho es recomendar, no obligar, y aún así, opina la médica camerana, «la gente está haciendo caso, la verdad es que no se ve un alma por las calles».
«Esta es la forma de cortar los contagios. La gente que es positiva asintomática, si está en la calle, contagia, así que la única manera de cortar eso es el aislamiento, así se frena bastante», explica Ana Acereda.
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Sergio Martínez | Logroño
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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