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Las farmacias riojanas constituyen otro de los frentes estratégicos desde los cuales se encara la crisis sanitaria. Los profesionales del ramo siguen prestando su servicio con las medidas de seguridad recomendadas y las que han podido tener acceso, pero son conscientes de que su ... exposición al público tampoco les hace indemnes a un virtual contagio. Una posibilidad que resultaría especialmente grave en los municipios de farmacia única, en los cuales el cierre de las instalaciones por falta de personal dejaría a la población en una situación comprometida para abastecerse.
Anticipándose a esa coyuntura, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de La Rioja ha habilitado una bolsa de voluntarios dispuestos de manera altruista a desempeñar su labor allá donde se requiera. De los 460 colegiados, 35 ya se han ofrecido a colaborar. Y entre ellos, no sólo profesionales jubilados, sino también otros en activo prestos a ocupar las horas libres en su puesto habitual en otro que resulte perentorio. El presidente de la institución no oculta su preocupación por que la situación acabe haciendo mella. «Las medidas de protección e higiene a nuestro alcance están ahí, pero la afluencia de usuarios es constante y en un momento dado pueden producirse contagios o la necesidad de cuarentena si algún familiar está afectado», reflexiona Mario Domínguez, destacando que esa red de voluntarios alcanza igualmente a los almacenes de distribución de material y medicamentos. «Una parte esencial para que el suministro no se vea alterado y que también cuenta con especialistas de farmacia», recuerda.
Domínguez valora sobremanera la respuesta que ha generado entre el gremio la creación de este recurso «que se guía por un principio de solidaridad y compañerismo» y que confía en que no llegue a ser imprescindible. «En una localidad grande se puede a recurrir a distintas farmacias, pero en las más pequeñas un cierre complicaría la atención», indica volviendo a subrayar que el suministro de fármacos al margen de geles o alcohol sigue garantizando, apelando así a un consumo racional que no se deje llevar por temores infundados.
María del Mar Gómez es una de las profesionales riojanas que han dado ese paso al frente. Adjunta en la farmacia ubicada en la calle Juan II de Logroño, la reorganización del servicio en turnos en la actual coyuntura le concede tiempo para, en caso de ser necesario, cubrir la ausencia de algún colega donde se precise. «Formamos también parte vital del sistema sanitario, y al prestar servicio en barrios y pueblos estamos en primera fila», apunta con la perspectiva que le conceden más de 25 años de bagaje. «El farmacéutico no se limita a dispensar medicamentos, sino que también por nuestros conocimientos y formación ayudamos a las personas de nuestro entorno a entender, luchar y prevenir la pandemia que nos está tocando vivir», señala desde una de las 156 oficinas y 44 botiquines que componen la red en La Rioja.
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