SANDRA CARMONA Y JAVIER ALBO
Domingo, 17 de mayo 2020, 19:07
Volver al pueblo es una experiencia única e indescriptible. La conocen las miles de familias que, cada verano protagonizan el gran éxodo desde la ciudad hasta los núcleos rurales en busca de la paz y tranquilidad que solo estos entornos propician. Disfrutar del olor de ... la naturaleza, volver a escuchar el sonido de los pájaros y revivir las sensaciones que se perciben al abrir de nuevo la puerta del hogar de veraneo tras haber permanecido meses cerrada es algo que resulta familiar a quienes lo repiten pocas vez al año, solo coincidiendo con sus vacaciones. Para quienes tenían por costumbre hacerlo casi cada fin de semana ha significado una nueva experiencia, otra más de tantas, que la pandemia del COVID-19 ha propiciado, en este caso, a cientos de riojanos que llevaban desde el inicio del estado de alarma, allá por el mes de marzo, sin poder regresar a los pueblos en los que poseen su segunda residencia.
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Es, precisamente, lo que les ha ocurrido a Fernando, María y sus dos hijos, Lucía y Fernando, de 11 y 7 años, este fin de semana. Dieron la vuelta a la llave de su casa en Torrecilla en Cameros hace más de dos meses y no habían podido volver desde entonces. «Recuerdo que cuando nos marchábamos aquel día le dije a mi marido que me temía que no íbamos a regresar en mucho tiempo», cuenta esta logroñesa, maestra de profesión. Y así fue. Cuando supieron que, por fin, contaban con el permiso para viajar de nuevo hasta la sierra, les costó «hasta creerlo», admite, mientras dan un paseo los cuatro juntos, de nuevo, por las calles del pueblo, sin olvidar la importancia de guardar la distancia e incluso, en su caso, usar también las mascarillas.
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El deseo de este matrimonio por refugiarse de nuevo en la paz del pueblo se queda corto, eso sí, si se compara con el de sus dos hijos. «He echado mucho de menos a mis abuelos y poder jugar con mis primos y mis amigos», confiesa Lucía, que durante el confinamiento ha tenido que conformarse con «verlos a todos a través de videollamadas» dado que –como explica– «nada tiene que ver con juntarnos, aunque sea sin poder tocarnos aún». La familia al completo ha vuelto a retomar los 'partidillos' de fútbol y el paseo en bicicleta por el empedrado de Torrecilla. El menor de todos, Fernando, reconoce que «el pueblo no es lo mismo que estar en Logroño, es mucho mejor».
«Teníamos muchas ganas, lo hemos echado mucho de menos», resalta su padre ,que admite que además han sido recibidos a su llegada «con los brazos abiertos por todos». «La gente lo ha llevado muy bien aquí, pero ahora también se alegran de que los de siempre volvamos otra vez», asegura satisfecho.
Juan Carlos Valgañón De Logroño a Ezcaray
En el caso de esta familia, Torrecilla en Cameros es mucho más que su segunda residencia porque Fernando nació en la localidad, a María sus padres la llevaban desde que era niña y sus dos hijos se han criado también desde pequeños. «Aunque vivamos en Logroño, venimos todos los fines de semana y pasamos el verano entero así que tenemos mucho arraigo», aclara esta madre.
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Coinciden todos en que «estos dos meses se nos han hecho muy largos» y por eso aplauden que la entrada en la fase 1 del plan de desescalada, haya significado poder retornar a su segunda residencia. Se trata de una medida que, eso sí, no está permitida aún para quienes la posean en otra provincia o procedan de ella.
Sergio Martínez, alcalde del municipio, asevera que «la prudencia debe guiarnos a todos en esta etapa porque, aunque en localidades pequeña como ésta el coronavirus también nos ha golpeado con fallecidos y personas enfermas, ahora la situación está mejor y debemos lograr entre todos que continúe así», defiende al tiempo que insiste: «Hay que continuar haciendo mucha pedagogía para que todos cumplamos las normas y, sobretodo, no bajemos la guardia».
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Ante la llegada de las primeras familias, el primer edil admite, no obstante, que «el reto de verdad llegará en verano cuando puedan venir desde el resto de provincias, triplicando nuestra población». En este sentido, apunta que «hemos tenido que suspender ya eventos como la Fiesta de la Solidaridad, en previsión de la necesidad de evitar aglomeraciones» y, con este mismo argumento, advierte también de que «será muy difícil abrir las piscinas municipales».
Fernando Sáenz De Logroño a Torrecilla
Juan Carlos Valgañón volvió ayer sábado con su familia a Ezcaray, donde está empadronado. El confinamiento le cogió en Logroño, donde vive por razones de trabajo, por lo que llevaba más de dos meses sin pisar su localidad de origen. Muchas ganas. «Sobre todo por ver a mi madre y al resto de la familia. Les he echado mucho de menos», confiesa. El suyo es un ejemplo de prudencia, porque estando empadronado en Ezcaray, localidad que consta en su DNI, y con la carta de trabajo en Logroño, podría haberse movido de una localidad a otra sin ningún problema. «Pero no he creído que fuera conveniente y, mejor, que había que cumplir con el confinamiento, sobre todo por la seguridad de todos. De mi madre, la mía y del resto de la gente», dice. Sabe que hay personas recelosas con esta vuelta por parte de muchos a sus segundas residencias, pero también que muchos opinan al revés. «Tenemos que ir un poquito perdiendo el miedo, aunque sí que hay que tener respeto, y actuar con responsabilidad.
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Esteban Hernández también vive en Logroño y se muere de ganas por volver a Ezcaray, donde recaló hace casi tres décadas, para estar más cerca de la montaña, su gran afición. «Se hace duro estar en casa tanto tiempo encerrados. No hemos salido más que a las compras y poco más y estamos un poco desquiciados, con muchas ganas de darnos un paseo por la naturaleza», reconoce.
El concejal de Turismo y Biodiversidad, Jorge Lladó, les da la bienvenida, a ellos y a todos los riojanos que tengan casa en Ezcaray. «Estamos encantados de que vengan, siempre que cumplan todas las medidas de seguridad y las normas del plan de desescalada», dice. El edil incide en que para hacer deporte en el municipio es preciso estar alojado en su segunda residencia o en alguno de los establecimientos hoteleros de la localidad, y recuerda que en él operan dos empresas de guías profesionales –Silvestres Ezcaray y Danitguía– para grupos de hasta 10 personas. En la villa han abierto, de momento, cuatro terrazas hosteleras.
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Respecto a lo que piensan los vecinos sobre esta llegada de riojanos a la localidad, uno de ellos, Luis Ángel Sáez, afirma que «si hay algo que nos caracteriza a los ezcarayenses es nuestra hospitalidad. Los riojanos, la gran mayoría, hemos hecho fenomenal estas semanas de confinamiento y seguro que en esta fase de desescalada vamos a ser igual de responsables». Así que, «bienvenidos», dice rotundo.
Como ya hiciera ayer, este domingo la Guardia Civil está reforzando los controles en las carreteras y los accesos a los municipios de La Rioja para verificar que personas de otras comunidades autónomas no se desplacen a segundas residencias, dado que está prohibido en esta fase 1.
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Este fin de semana el tiempo no acompaña y ha diluido muchos planes. Aún así, localidades como Ezcaray tienen mucho tirón. Durante la fase cero se constató cierta preocupación por la presencia de personas que habían decidido recalar en la villa, sin estar censados ni haber iniciado el confinamiento en ella. Por tal motivo, el Ayuntamiento solicitó a la Delegación del Gobierno en La Rioja un refuerzo de la vigilancia, lo cual se tradujo en una intensificación de los controles por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y en solicitar, sobre todo, «respeto y civismo» para, entre todos, vencer al virus.
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