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Hace dos años, las investigadoras de la UNIR María Dolores Cima y María del Mar García, doctoras expertas en microbiología, comenzaron a colaborar con la Universidad de Oviedo en un proyecto financiado por la universidad privada riojana y orientado al desarrollo de un sistema de diagnóstico de las neumonías neumocócicas adquiridas en el Principado de Asturias, región en la que desarrollan su investigación. Ya entonces, el SARS (el del 2003) no era un desconocido para el equipo del centro ovetense. De hecho, recuerda Cima, en su momento ya trabajaron con el anterior coronavirus en el desarrollo de métodos diagnósticos alternativos a los existentes entonces. Ahora lo han vuelto a hacer con el SARS-CoV-2 y la UNIR colabora con la Universidad de Oviedo y la Politécnica de Cartagena en el desarrollo de un sistema de detección del virus más rápido y eficaz que también ayude a desatascar el tapón creado en los laboratorios de los centros hospitalarios. En el largo plazo, el reto sería conseguir un sistema portátil que cualquier persona pudiera tener en casa para conocer si está o no infectado. Algo parecido a los medidores de glucosa que utilizan los pacientes diabéticos.
«Ese trabajo previo de los dos últimos años nos ha permitido tener a punto la metodología», lo que ha acortado los plazos de cualquier investigación que partiera desde cero, aplaude Cimas destacando también el papel que juegan los ingenieros telemáticos del departamento de tecnologías de la información y la comunicación de Cartagena en el desarrollo del sistema diagnóstico.
Con un año por delante para completar el proyecto LIFE (que cuenta con una financiación de 140.000 euros del Fondo Supera COVID-19 del Banco Santander, el CSIC y la CRUE), toda esa base ya sólida les permite ser optimistas. «Actualmente obtenemos este análisis en una hora pero lo que queremos es llegar a un tiempo óptimo que sea inferior». En todo caso, la reducción de la espera para conocer el resultado ya es muy sustancial en relación a la de las PCR actuales: «Este análisis se puede parecer a las PCR en que se basa en la detección del material genético del virus y sostenemos que es competitivo frente a los PCR porque la reacción en esas pruebas es a través de diferentes ciclos en los que se altera la temperatura en una formulación compleja y eso hace que se requieran materiales caros y personal especializado».
María Dolores Cima | Investigadora de la UNIR
Sin poder eliminar de la ecuación el bastoncillo con el que se extrae una muestra de la secreción nasofaríngea, la apuesta del equipo en el que se integran las investigadoras de la UNIR es similar a la de las PCR, pero con menor tiempo de espera y mayor eficacia. «Nos basamos en una reacción isoterma a una única temperatura con lo que se evita todo el soporte complejo que requieren las PCR. Nuestro objetivo final es alcanzar un sistema que logre la temperatura requerida e incorporarlo a un dispositivo fácil de utilizar y barato», incide.
Como las PCR, la prueba no detectaría la presencia de anticuerpos en un paciente, esto es, no se podría saber si ha superado ya la enfermedad, sino que «la infección tiene que estar activa, en cualquier punto de su desarrollo». Pero, frente a esas pruebas, uno de sus puntos fuertes es que no sólo sería capaz de detectar la presencia del virus sino «también la carga viral», la intensidad de la infección, lo que mejoraría el diagnóstico y podría discriminar entre casos más o menos graves.
Y ahí entra en juego lo que las investigadoras de la UNIR denominan la «descentralización», concepto que implica que las pruebas diagnósticas no se tendrían que hacer en su primera fase necesariamente en un centro hospitalario, sino que, por ejemplo, se podría acudir a una oficina de farmacia. «Esto ayudaría a descongestionar el sistema», asegura Cima. «Nuestro objetivo final es que se pudiera hacer incluso desde casa con un dispositivo similar a los detectores de glucosa». En todo caso, insiste, eso sería a largo plazo.
«Estos proyectos vienen a poner en valor la importancia de que las universidades apuesten por la investigación, en este caso la UNIR, con quien ya llevamos años trabajando en esto, y es destacable la interdisciplinariedad de los equipos de investigación para alumbrar un proyecto muy útil y práctico para la sociedad», completa Cima, investigadora principal del Grupo de Investigación 'Industria, Energía y Sostenibilidad' (InES) de la UNIR.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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