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El aparcamiento del parque de La Grajera, así como los aseos, abrieron a los visitantes el pasado lunes.
La medida se implantó porque se reanudó la actividad de la concesionaria del bar municipal de La Grajera, que detenta el propietario del restaurante 'La Cabaña del Tío Juarvi'.
No obstante, los asadores y los juegos infantiles continuaban ayer precintados. También las mesas y los bancos para sentarse. De hecho, resultaba extraño observar toda la zona de bosque que rodea al embalse vacía, cuando en un fin de semana de junio de cualquier otro año hubiera estado abarrotada de familias y cuadrillas de amigos compartiendo un almuerzo y una partida de cartas.
La imagen en pandemia de esta emblemática zona verde de la capital riojana seguía siendo ayer la de un pulmón natural donde hacer deporte, sentir la naturaleza y tomar distancia de la cercana ciudad. Pero sin poder compartir en torno a una mesa con los más allegados.
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