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La reivindicación que viene movilizando en los últimos meses a los médicos de cabecera de La Rioja y se visibiliza cada miércoles a la puerta de sus lugares de trabajo se sustenta en mucho más que sensaciones. Tras la denuncia de jornadas sobrecargadas, disfunciones en ... los cupos, ausencia de sustituciones o tiempos nimios para una atención digna de sus pacientes está su día a día. Una realidad que los facultativos han tratado de objetivar con datos extraídos en los principales centros de salud de la comunidad, con el afán también de evitar que la protesta se diluya en una vacua guerra de cifras.
La labor de campo aquilatada por los propios profesionales de Atención Primaria arroja que en La Rioja se acumularon durante el 2018 un total de 6.871 consultas de pediatría y medicina de familia. Es decir, las jornadas que un profesional debe asumir cuando un compañero se va de vacaciones dado que no se contemplan contrataciones de sustitución -excepto en Pediatría de Arnedo, Santo Domingo o el Labradores de Logroño, donde se produjo un reemplazo- y arrastra consigo otra circunstancia: el alza de los cupos correspondientes a cada médico de cabecera, que pasan así de una media estandarizada en 1.500 pacientes (1.000 en el caso de los pediatras) a entre 1.600 y 2.000. Una situación que de acuerdo con la estadística se replica en todos los centros de salud de la capital riojana con ratios que el año pasado se dispararon hasta el 23% más en Espartero, mientras que en las cabeceras de comarca rondaron un alza del 12% .
Y todo ello deslindado el caso de pueblos pequeños, donde los cupos son más reducidos pero conviven con el hándicap de la dispersión y la reestructuración acometida en el 2012, cuando se 'amortizaron' once plazas en este entorno y los profesionales que permanecieron vieron multiplicadas las localidades a las que dar cobertura y su radio de acción. «Es sesgado decir que el cupo medio en La Rioja es de 1.145 porque se incluyen en el mismo saco los rurales y los urbanos, en los cuales se sobrepasa en un 45%», advierten los protagonistas sin personificar el mensaje en un portavoz para subrayar el carácter grupal de las demandas.
La variable humana se acompaña de la económica. El análisis desde Atención Primaria también tiene aquí el cálculo. Considerando que cualquier profesional del SERIS debió trabajar por convenio el año pasado 225 días, la acumulación de 6.871 jornadas supone que se dejaron de contratar a 30 médicos. Si cada uno ingresa por una hora de trabajo efectivo y tras pagar impuestos 12,8 euros, la administración se ahorra de acuerdo con sus estimaciones 300 euros por cada jornada (7,5 horas). Poniendo en relación ambas variables, la cantidad se antoja contundente: más de dos millones de euros que en teoría deberían estar presupuestados cada ejercicio para las contrataciones que deberían cubrir las bajas y permisos de los titulares. «¿Dónde ha ido ese dinero y por qué?; ¿por qué razón no se destina a hacer contratos dignos y dar una mejor asistencia a nuestros pacientes?», se preguntan desde el colectivo en la comunidad autónoma.
Su conclusión remite a otra: las (muy) mejorables condiciones que se ofertan en La Rioja. «No faltan médicos», aseguran. «La realidad es que los que acaban su formación huyen de unas condiciones laborales que dificultan enormemente desarrollar aquello para lo que durante años se han preparado, su vocación», opinan para recordar en este punto que dentro de tres meses terminan su periodo de residencia médicos de familia y pediatras «y no se les puede dejar escapar».
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