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En las últimas semanas los cultivadores de ciruelas se han afanado en las labores de recolección de esta fruta. Al problema de los bajos precios (mucha cantidad pero de poco calibre, lo que hace que la producción no resulte rentable) se une otro ante ... el cual, visto lo visto, el agricultor tiene la batalla perdida.
El presidente de la Asociación de la ciruela de Nalda y Quel, Roberto Miguel Merino asegura que «la diferencia con otros años es que la plaga aumenta y, si antes en verano te dejaban más o menos tranquilo, los daños disminuían, ahora al haber bastante más población siguen comiendo», y añade que «antes, en verano, aunque afectaban a las ramas, comían uvas o frutas del suelo y no ocurría lo de este año. Están destrozando los troncos de los árboles, algo que hasta ahora sólo ocurría durante el invierno».
«Los conejos se comen la corteza y cortan la savia, lo cual provoca que el árbol se seque. No solo atacan árboles nuevos, también de ocho o diez años. En el caso de los recién plantados incluso levantan el plástico protector para acceder por debajo o logran llegar a la parte que sobresale para acceder al tronco por la parte superior y en cuanto empiezan a morder ya se han cargado el árbol», explica Roberto.
En mitad de una plantación de ciruelos nos indica su sorpresa al comprobar que estos animales han destrozado parte de la misma, y sin embargo no han tocado otra cercana y en otra parcela más alejada se han comido cepas.
«Estamos todo el día quejándonos a los cazadores y estos nos dicen que hacen lo que pueden. Esto depende de Medio Ambiente y de los cazadores, y entre unos y otros logra solucionar el problema. El único perjudicado es el agricultor», lamenta el queleño.
«Nosotros no podemos hacer otra cosa que dar parte y esperar a que los cazadores intervengan. Estos nos comentan que no pueden venir porque Medio Ambiente no les deja y Medio Ambiente dice que les deja. No lo entendemos», dice.
«Lo único que nos queda es arrancar porque si cercamos una finca nos escachan las vallas algunos cazadores (los menos, no es algo general). Además, vallar no es solución porque los conejos saltarán por algún sitio. Los protectores tampoco sirven porque los destrozan o logran llegar al tronco de una manera u otra», dice resignado el presidente de la asociación de la ciruela.
«El tema no se va a solucionar mientras no se conciencien Medio Ambiente y los cazadores de que esto es una plaga. Esto no es un deporte ni un hobby. En el coto de Quel unos veinte cazadores igual han matado mil conejos cada uno y se nota exclusivamente en la zona donde han intervenido, el resto del coto está lleno de conejos», indica Roberto. «El presidente de los cazadores -prosigue- nos enseñó una autorización de nivel amarillo. No entendemos que con este problema pueda haber un nivel así y no rojo, cuando hace dos años era rojo y se podía ir a cazar todos los días. Ahora sólo los fines de semana».
Al parecer este aumento de conejos se produjo sobre todo a partir del año 2016. Antes no era significativo. «Van subiendo desde Calahorra, Pradejón, Autol... Ahora se ha incrementado en Arnedo y se extienden por Bergasa, Tudelilla... En Alcanadre debe ser una pasada. El que es agricultor y cazador está actuando pero los cazadores que no tienen campo no están implicados en terminar con esta situación», indica Roberto. «Se comen ciruelos, viñas, olivos, almendros, todo lo que tenga tronco...
En la revista 'Campo Riojano' de junio, Arag-Asaja ya avisaba en su portada sobre la falta de medidas eficaces de control y la intensificación del problema. El título dejaba clara la situación: 'Se agravan los daños en los cultivos provocados por la fauna silvestre'. En su editorial se hablaba de incidencias por los conejos, corzos y jabalíes en el campo (que afectan a frutales, cereal, olivos, viñas y huertas) y lobos en el ganado.
La organización agraria y ganadera explicaba en dicha publicación que resulta insostenible el crecimiento desmedido y descontrolado de la fauna silvestre en zonas que no le corresponden y que se deberían tomar medidas diferentes cuando se trata de caza deportiva o lúdica a cuando se busca reducir las poblaciones de especies dañinas.
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