El cumplimiento del uso generalizado de la mascarilla en Alberite durante la mañana de ayer fue exiguo. A la entrada de la farmacia de ... la calle Pío Sicilia dos hombres esperaban poder acceder con la mascarilla debidamente puesta y, sin embargo, unos metros más allá, en la puerta de un supermercado, otro hombre aguardaba curioseando en su teléfono móvil sin ella, mientras una mujer, en la otra acera, empujaba a otra sobre una silla de ruedas, ambas con el rostro cubierto.
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A la vuelta, en la avenida de Navarra, tres hombres hablaban sentados en un banco del mobiliario urbano: uno portaba la mascarilla bien puesta, a otro le cubría solo la boca, no la nariz, y el tercero ni siquiera la llevaba. Cerca, en la esquina de la calle Pintor Moreda, un vendedor de la ONCE aprovechaba una pequeña sombra esperando a los compradores. Pronto llegó un señor para probar suerte con los números. Con la salud no se la jugaba, llevaba bien la mascarilla. Enfrente, en la terraza del Café Armonía, una mujer y un niño cumplían, otras dos personas, no.
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