El curso 'Donación y trasplante de órganos y tejidos' que celebra en la UR la asociación Vida por Vida con el apoyo de Viamed, ha contado este martes con Beatriz Domínguez-Gil, una de las voces de referencia en la materia. La presidenta de la ... ONT ha detallado el estado de situación de un programa que tampoco ha sido ajeno al impacto del COVID, pero que sigue aglutinando valores sociales y humanos que van más allá del despliegue asistencial.
– ¿En qué medida ha mermado la pandemia el ritmo del programa de donación y trasplantes?
– Como en todo el mundo, también en España ha sufrido un importante retroceso. Estimamos que las donaciones han caído en torno al 23% y la actividad de trasplantes el 19%. Pese a que el descenso ha sido muy notable, el sistema ha mostrado su capacidad de recuperación y adaptación a una situación extraordinariamente compleja. Prueba de ello es que el año pasado se registraron cerca de 38 donantes por millón de habitantes y más de 94 trasplantes en toda España, lo cual supera con creces los registros de cualquier otro país en era prepandémica.
– ¿Es entendible que todos los recursos se volcaran en la atención de la enfermedad, dejando en segundo plano un área tan relevante?
– Absolutamente. Cuando empezó la pandemia comprobamos que el proceso de donación y trasplante, que ya en circunstancias normales es de alta complejidad, topaba con muchos obstáculos adicionales. Por ejemplo, el número de pacientes que sufría daño cerebral catastrófico, y que cuando fallecen son potenciales donantes, cayó por motivos poco esclarecidos. Por otra parte, la donación y el postrasplante inmediato en muchos casos tiene lugar en las UCI, que han estado volcadas con el tratamiento de pacientes COVID. Además, en un marco de transmisión comunitaria sostenida, cuando no estaban bien establecidos los circuitos libres de coronavirus en los hospitales, también había cierto temor a intervenir dado que el paciente recibe inmunodepresión y el riesgo era mayor. A ello se añadían trabas logísticas, como menos vuelos regulares, limitaciones para el traslado de equipos entre hospitales o el hecho de que los países asiáticos, donde primero impactó el virus, no compartieran información específica sobre cómo gestionar el programa. Tuvimos que aprender rápidamente, adaptar protocolos e ir solventado cada dificultad para poder seguir desplegando el programa con cierta normalidad, como así se ha logrado.
– ¿Y la disposición de los pacientes y familiares a donar? ¿Cómo se vio afectada en un entorno de tanto dolor y alta mortalidad?
– Es una cuestión muy interesante, porque coexistían diferentes teorías sobre cómo repercutiría la pandemia al respecto. La ola de reconocimiento a los profesionales sanitarios podría tener un efecto positivo y, por otro lado, la restricción de las visitas de los familiares a los pacientes y una interacción menos próxima a los sanitarios podría ser negativa. La realidad es que la tasa de consentimiento a la donación en España se ha mantenido inalterada en torno al 86%.
– En La Rioja llega incluso al 95%.
– Así es, lo cual confirma que la comunidad es una referencia en España y por ende en el mundo. Entre otras razones, por el hecho de que el concepto de la donación como parte integral del cuidado al final de la vida se gestó aquí y se ha difundido a escala mundial. También eso es 'Marca La Rioja'.
DONACIONES EN LA RIOJA
«La comunidad es una referencia en España y el mundo; también eso es 'Marca La Rioja'»
– ¿Cuáles son ahora los pasos para retomar el nivel deseable?
– Por un lado es preciso que la pandemia remita y baje definitivamente la presión en las UCI. Asimismo, tras una época en que los recursos se han centrado en la atención al paciente COVID necesitamos «refrescar» todos los procedimientos, ahondar en la coordinación, relanzar las líneas estratégicas. Estoy segura de que alcanzaremos ahora los niveles a los que hubiéramos llegado en 2020 de no ser por el virus.
– ¿Supone la labor desde La Rioja de asociaciones como Vida por vida una herramienta válida para apoyar ese fin?
– Sin duda alguna. Las administraciones llegamos a un determinado nivel, pero el apoyo y el compromiso de la sociedad civil es vital en el impulso de una actividad como esta, la única intervención médica que no puede existir sin el gesto de la donación. La labor de Vida por vida resulta fundamental estimulando la sensibilidad entre la ciudadanía, reforzando el compromiso de los profesionales y promoviendo el concepto continuo de la donación de órganos como derecho, si es su voluntad, de la persona que está en proceso de fallecimiento.
– ¿Es una sociedad con altos índices de donación una sociedad mejor?
– La donación de órganos y tejidos tiene muchos y evidentes efectos en cuanto a la mejora de supervivencia y la calidad de vida de los pacientes que se benefician de esta terapia, pero comporta muchos otros aspectos. Uno de ellos, y para mí fundamental, es que se evidencia el tipo de sociedad que somos. Esos valores de altruismo, responsabilidad social, reciprocidad o amor al prójimo que se han puesto muy de manifiesto durante la pandemia, se hacen patentes en el gesto de la donación y en la ONT somos testigos de ello cada día.
LA ONT Y LAS COMUNIDADES
«La cohesión del sistema se logra trabajando desde el plano técnico y con objetivos comunes»
– El programa de trasplantes sigue siendo ejemplo de cohesión del sistema nacional de salud pese a las tensiones territoriales y el clima de polarización.
– Eso lo hemos conseguido trabajando siempre desde el plano técnico. Servir a nuestros pacientes, que tengan el mejor acceso al trasplante por muy difícil que sea el caso, cuidar a los donantes y sus familias o extender en unas regiones procedimientos que funcionan en otras, son objetivos comunes en los que trabajamos conjuntamente la ONT y las 17 comunidades. Uno de cada cuatro trasplantes que se hacen en España se han donado en una comunidad autónoma diferente, demostrando el valor de la unidad de acción en fines unívocos.