
Los controles para los trabajadores del amianto no finalizan en la obra, ni cuando ya, en un entorno seguro, se desembozan de sus equipos ... de protección. Se mantiene en las consultas médicas, y es que La Rioja lleva a cabo desde 2008 un programa de vigilancia para los trabajadores expuestos al amianto y que no solo se dirige a los que actualmente operan con este material, sino que también se aplica a los que en algún momento de su trayectoria lo hicieron, aunque estén retirados. Son en torno a trescientas personas, según los últimos registros.
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El amianto es un peligro a largo plazo, «tiene un alto periodo de latencia, has podido estar expuesto en los noventa y necesitar un seguimiento de por vida porque puedes desarrollar la enfermedad a los veinte o treinta años», señala Lola del Puerto, coordinadora de la Unidad de enfermedades pulmonares intersticiales difusas del Servicio Riojano de Salud.
Recalca la neumóloga que «lo más importante de cara al seguimiento es el diagnóstico precoz de las alteraciones que se pueden producir con el amianto; tenemos un grupo de enfermedades no malignas –las placas pleurales, los engrosamientos del tejido del pulmón, el derrame pleural...– y malignas, como el mesotelioma, que es un tipo de cáncer poco frecuente y del que no se conoce otro factor de riesgo más allá del amianto».
Lola del Puerto
Neumóloga
Las personas que se incorporan al programa de vigilancia comienzan con una entrevista, «elaborando una historia clínica personal para conocer cuánto tiempo de exposición ha tenido el paciente y aunque las normativas también hablan de la concentración de amianto, es prácticamente imposible calcularlo», comenta Del Puerto. Además, se presta especial atención al tabaquismo, «ya que es un factor que puede aumentar la incidencia de enfermedades como las tumorales», añade.
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El siguiente paso en el seguimiento es la exploración, «donde realizamos una auscultación para comprobar que no existe ninguna alteración y siempre pedimos además dos pruebas: una radiografía de tórax y una espirometría». En caso de que los pulmones funcionen correctamente y no se detecte ninguna anomalía, el paciente queda emplazado a la siguiente revisión, que se realiza «generalmente» cada dos años. Sin embargo, si existe un derrame pleural benigno se adelanta la revisión un año y en caso de la asbestosis «que produce una fibrosis en el tejido del pulmón», en torno a los seis meses.
Señala Lola del Puerto que las placas pleurales son las más comunes dentro de las afecciones detectadas por el servicio de vigilancia, que se mantiene alerta ante los posibles casos más graves, como los de algunos cánceres asociados, el más específico, el mesotelioma pleural, y es que el amianto es considerado un carcinogénico del Grupo 1, sobre el que existe evidencia especialmente en exposición prolongada. «Que no estemos detectando estas enfermedades no quiere decir que el programa no sea necesario, al contrario, es fundamental realizar este seguimiento», concluye la neumóloga.
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