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El coche de Sumar
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De cómo Yolanda Díaz debe evitar primero lo más difícil: que no se la coman los suyosViernes | Sumar
De cómo Yolanda Díaz debe evitar primero lo más difícil: que no se la coman los suyos
A los partidos de izquierda-izquierda les encanta ... refundarse. Lo hacen a menudo, casi tanto como se escinden. No sé cómo andará la cosa, ahora mismo, porque he estado distraído últimamente, pero en tiempos había en España casi tantos partidos comunistas como militantes comunistas. Ahora, la verdad, ni siquiera estoy seguro de dónde andará el PCE, que se supone subsumido en IU, que se supone a su vez integrado en Unidas Podemos, que parece ser que acabará formando parte del Sumar que arrancó el viernes la vice Yolanda Díaz. Visto así, un veterano devoto de la Pasionaria de sus tiempos bien podría acabar este verano con cuatro carnés en la cartera. Y una crisis de identidad rayana en la esquizofrenia.
Pero en fin, que hablábamos de refundaciones. Ahí está la de Yolanda Díaz, a la que se le está quedando cara de salvavidas. Podemos como marca ya resta más que suma, por mucho que sus líderesas en la luz y su líder en la sombra no lo quieran ver. Y la formación que ahora sustenta al Gobierno corre el riesgo de, tras tanta vuelta, volver a ser lo que fue la última IU: un residuo parlamentario con poca utilidad práctica.
Para evitar eso, Díaz tendrá primero que convencer a los suyos de que dejen de darse dentelladas. Pocos espectáculos ha habido más desternillantes que seguir las evoluciones de los Podemos (y sus marcas) por las provincias. No hay muchas que se hayan librado de descabezamientos, parlamentarios tránsfugas, subgrupos y subsubgrupos, intervenciones de Madrid y otras cuchilladas muy poco florentinas. Tampoco La Rioja, donde el primer follón se montó en la primera primaria, y por esa senda siguieron hasta conseguir que por momentos la estructura morada en La Rioja cupiera en un coche. Y no muy grande.
Eso sí, en ese coche ahora mismo las cosas parecen calmadas. El espacio zurdo riojano parece haber asumido que su bandera actual, bajo el paraguas de Yolanda Díaz, se llama Henar Moreno. Y que después vendrá Arantxa Carrero. Y lo demás no importa demasiado, porque ahora mismo el techo está mucho más abajo del segundo diputado.
Que por cierto, eso de Sumar no está mal traído como nombre. Porque ese será su único objetivo: conseguir que su suma con el PSOE permita a Sánchez (y a Andreu) seguir gobernando.
Sábado | Memoria
Dice Feijóo el sábado que cuando sea presidente (convencido parece de que no tardará mucho) derogará la Ley de Memoria Histórica que el PSOE ha pactado, entre otros, con Bildu. No me parecerá mal que lo haga, porque de todas las cosas que ha hecho Sánchez últimamente, esta me resulta la más inexplicable. Los portavoces de Bildu no ocultaban su intención con esta maniobra: reescribir la historia de que la Transición fue algo ejemplar. Lo cual tiene tela; la transición española de la dictadura a la democracia para sí la hubieran querido muchos países que han vivido procesos similares. Pero eso no quita que hubiera errores y vergüenzas. Y de entre esas vergüenzas, probablemente la peor sea la que protagonizó la izquierda abertzale. Que, recordemos, hizo todo lo posible en aquellos años terribles para desestabilizar la naciente democracia, esprintando en sus asesinatos y su fascismo callejero, ese que asomó la patita el otro día en Pamplona. No puede Bildu ahora querer echar luz sobre los otros, cuando la viga que mantienen en su ojo es tan enorme. Y no entiendo qué hace el PSOE en este juego.
Jueves | Ahogado
De tan ocupados que estamos con nuestras cosas, a veces se nos olvida lo perra que es esta cosa de vivir. Esta semana este periódico lo recordaba en dos historias. Un chaval de 17 años que nadaba perfectamente de pronto fue a morir en una poza del Jubera, durante una excursión. Un segundo, puf, y se acabó todo. Ese mismo día hablábamos con Darío, el atleta al que le pasó casi lo mismo en clase: manipulaba un motor, y en un segundo, puf, todo estuvo a punto de acabarse. Por suerte para él, puede contarlo. En fin, uno no puede estar todo el día con estas cosas en la cabeza. Pero qué delgada línea es esta por la que caminamos.
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