Mónica | Trabajadora en situación de pobreza

Día para la erradicación de la pobreza

«Cobro 1.200 euros al mes, pero no conozco la palabra ahorrar»

El sueño de Mónica, nombre ficticio, aparentemente debería estar cumplido. Llegó a La Rioja en situación irregular y su objetivo era regularizar sus papeles, trabajar y sacar adelante a su familia. Ha logrado los dos primeros objetivos, pero el tercero aún está lejos de materializarse. Porque esta mujer de origen latinoamericano cuenta desde hace meses con un trabajo fijo a tiempo completo. Y una nómina que no le da. «Cobro 1.200 euros al mes, pero no conozco la palabra ahorrar», explica.

Ella define su día a día como «muy estresante». Su mente es una calculadora que no deja de funcionar. «El día 29 ingreso 1.200 euros. Pago 500 de alquiler, reservo cada semana, muy a la baja, 80 euros para alimentación, además de lo que me da Cáritas. Tengo que pagar un crédito que arrastro por facturas de luz, agua... y que se lleva 200, más casi 100 de seguro... A los días no tengo nada. Hoy puede que haya un euro en la cuenta», resume.

Mónica cría sola a sus tres hijos menores de edad y su rutina es una larguísima maratón diaria desde las 7.00 horas, cuando se levanta, hasta la 1.00, cuando termina sus quehaceres tras acostar a los críos, que la esperan despierta a su llegada del trabajo, casi a las 23.00 horas. «Me toca remar sola y tengo la obligación de sacar adelante a mi familia. Hay días que parece que no vas a aguantar más, pero sigo luchando», dice.

Llamó a las puertas de Cáritas cuando estaba en situación irregular. Gracias a esta organización y a Cruz Roja se formó mientras compartía vivienda junto a su entonces marido. Ya sola, empezó a trabajar a tiempo parcial de manera legal y, gracias a empleos nocturnos ahorró lo suficiente para lograr un aval y alquilar una vivienda que le come casi la mitad de sus ganancias.

Pero recientemente el propietario le ha dicho que la tiene que abandonar porque la necesita para su uso particular. Y la angustia se multiplica. «No encuentro piso. No hay nada por debajo de 600 euros y, por ejemplo, con tres habitaciones, no hay por debajo de 700», analiza. Además de que, en muchos casos, los propietarios «piden aval y una garantía de que ganas el triple de lo que cuesta el alquiler. Son condiciones imposibles», recalca.

Así que con esa espada de Damocles sobre la cabeza, esta mujer, cuyo ejemplo es el de muchas otras («en mi trabajo mis compañeras están, cada una con sus circunstancias, pero en situación parecida», resalta), necesita seguir llamando a las puertas de Cáritas para afrontar cualquier gasto extraordinario.

Por ejemplo, renovar los documentos la obliga a viajar fuera de Logroño, a abonar tasas de más de 80 euros... «Algunas veces me da vergüenza venir, pero lo necesito», incide. Y también cuando llega el inicio de curso y hay que comprar libros o material escolar o cuando surge cualquier imprevisto. «Mi hija tenía estos días una excursión y le he explicado que no podía ir porque no tenemos dinero. Ha llorado, pero es lo que hay», se resigna.

Con ese espíritu espartano ha educado al mayor de sus vástagos, que a los 17 años ejerce de cuidador durante el horario laboral de Mónica. «Él sabe comprar. En mi casa solo entran marcas blancas y ofertas. Y sabe qué puede comprar y qué no», recalca. Todos se han acostumbrado a hacer equilibrios, aunque hay situaciones diarias que le hunden. «Ayer mi hija abrió la nevera y me dijo que estaba vacía. Lo sé, pero ¿de dónde saco para comprar», se queja con amargura.

Por su situación y por la de muchas otras, Mónica lanza al aire ideas «por si alguien puede tomar decisiones:«Se podrían bajar los alquileres, reducir los requisitos para alquilar o facilitar las ayudas de emergencia. Cuando he necesitado he pedido y, si te la conceden porque cobras 1.200 euros, tardan dos meses».

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