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Los chinches se han convertido en una plaga en muchos lugares, bien lo saben los hospitaleros del Camino de Santiago o los hoteleros. Su aparición conlleva molestias y problemas, pero estas se agravan si la presencia se detecta en lugares cerrados como una prisión.
... El centro penitenciario de Logroño está viviendo actualmente un episodio de chinches que ha supuesto un quebradero de cabeza para la institución y, sobre todo, para algunos presos. Cinco celdas se encuentran actualmente clausuradas a causa de este voraz animal, que se ha ensañado con varios reos.
Fuentes penitenciarias confirman que se ha activado el protocolo de actuación, que consiste en vaciar la celda infectada, clausurarla, lavar todos los textiles a alta temperatura y mantenerla cerrada durante un tiempo.
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La noticia ha llegado a las familias de los presos, que se encuentran muy preocupadas por la situación. «A mi pareja le han picado por toda la cara, le han tenido que poner una inyección y darle una pomada. Se lo han comido los bichos y está desesperado», explica. «Es una vergüenza que no haya limpieza. Les dan una botella de lejía y con eso no se mata a los chinches», insiste.
En el centro penitenciario también se reproducen las quejas por lo que los residentes consideran que es una escasa presencia médica. El pasado mes de marzo, los dos médicos que pasaban consulta de Atención Primaria en la cárcel se jubilaron y, desde entonces, hay un facultativo externo que atiende solo unas horas a la semana, mientras que en Enfermería sí que hay presencia continua.
Según fuentes penitenciarias, el problema se viene arrastrando desde hace dos décadas, cuando se intentaron transferir estas competencias sanitarias, pero solo País Vasco y Cataluña (que administran sus centros penitenciarios) además de Navarra las han asumido. Actualmente, existe un procedimiento abierto para la incorporación de veinte interinos, que se suma a los convocados en 2023 y 2024, pero no todas las plazas se cubren, especialmente en un momento en el que los médicos son una pieza codiciada por todos los sistemas sanitarios.
Desde CSIF, Mari Cruz Lázaro explica que «la carencia de médicos es general en todas las prisiones». «Se dejó morir la asistencia penitenciaria y ahora, cuando parece que hay voluntad, no hay personal. Las condiciones en cualquier otro servicio son mejores, en lo laboral y lo económico. Además, se trabaja con personas que pueden ser conflictivas y los facultativos ni siquiera tienen reconocida la peligrosidad», apunta.
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