Uno de cada cinco médicos de La Rioja tiene más de 60 años y la mitad supera los 50

De acuerdo con el análisis, elaborado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, bajo el paraguas del Ministerio de Sanidad, en La Rioja uno de cada cinco médicos tiene más de 60 años y la mitad supera los 50. El envejecimiento de la plantilla de galenos es más acuciante que la media nacional, aunque mejoramos las cifras que arrojan comunidades como Castilla y León, donde casi seis de cada diez supera el medio siglo y el 30%, los 60. En el lado opuesto se sitúa Cataluña, que es el territorio con la plantilla más joven, y aún así el 35,2% ya ha cumplido los 50.

Los porcentajes que se extraen del mencionado documento evidencian que en el caso de La Rioja el 21,5% de los médicos podría alcanzar la edad de jubilación en los próximos cinco años y la mitad, en quince.

El panorama no es igual para el conjunto de facultativos del sistema público regional. El envejecimiento de la plantilla es mayor en Atención Primaria. De hecho, el 67,5% tiene ya más de 50 años, frente al 40% en la Atención Especializada; y el 34,3% se podría retirar de aquí al 2037, frente al 14,8% de los médicos de la Especializada que podrían hacerlo en el mismo tiempo.

Las necesidades futuras tampoco son iguales en todas las especialidades. La mitad de los geriatras tiene más de 60 años y solo uno no ha alcanzado todavía los 50. En Urología la situación no es mucho más favorable. El 46,7% de los especialistas son sexagenarios.

Los equipos más jóvenes los integran las especialidades de Neurología, Medicina Física y Rehabilitación, Anatomía Patológica y Angiología y Cirugía Vascular, entre otras.

De acuerdo con la información facilitada por el Colegio Oficial de Médicos de La Rioja, a día de hoy en esta comunidad hay 1.850 colegiados, 437 tienen más de 65 años, aunque 84 de ellos siguen en activo. Además, 535 cumplirán 65 años antes del 13 de abril de 2035.

En términos de ratio por 100.000 habitantes, la variabilidad de empleo público entre las comunidades autónomas es considerable. La Rioja tiene 312,15 médicos por cada 100.000 habitantes, un poco más que la media (300,5), pero lejos de las buenas cifras que arrojan Asturias (383,2), Navarra (381,7), Galicia (363,7), País Vasco (351,3) y Aragón, que con 347 especialistas encabezan la dotación de recursos humanos de médicos. En el otro extremo se sitúan Andalucía (234,8), Baleares (275,9) y Canarias (282,2).

Además del envejecimiento, a lo largo de los últimos años se ha producido otro fenómeno. España ha sido y es una fábrica de excelentes profesionales médicos, pero las condiciones laborales, con contratos precarios y peor remunerados, han forzado su exilio en busca de empleos estables y nóminas más generosas que las que percibirían aquí. Así que, dada la necesidad de profesionales sanitarios en el sistema de salud, que se ha visto acrecentada por la pandemia y el sobresfuezo que les ha exigido la lucha contra el COVID, cada vez más médicos extranjeros pasan a formar parte de las plantillas nacionales. De hecho, en La Rioja el 2,7% no ha nacido en España, una cantidad insignificante si se compara con las tasas que arrojan Cataluña (10,4%) o Baleares (10,2%). Asturias, Cantabria y Navarra, con 1,5, 1,7 y 1,8, respectivamente, son las regiones que presentan un menor porcentaje.

El informe, que aporta datos y resultados del análisis de la oferta o disponibilidad de médicos activos y de su demanda o necesidad, así como de la diferencia entre ambos, es decir, el déficit o superávit actual y previsto, señala, al margen de los datos, los grandes retos que debe abordar el país y que requiere tomar decisiones ya para evitar males mayores en un futuro. En concreto, llama a revisar la entrada al grado de medicina. El 'numerus clausus', sostienen en el documento, implica una decisión sobre «producir o comprar», es decir, formar médicos en las universidades españolas (con un número dado de plazas) o bien importarlos de otros países homologando títulos. Además, «están las condiciones y requisitos para acceder a una plaza de grado en España, que en este momento presentan una clara diferenciación entre universidades públicas y privadas, suscitando problemas de equidad horizontal».

También instan a abordar lo que llaman la España sanitariamente vaciada ofreciendo incentivos adecuados y potentes, tanto profesionales como económicos, para cubrir las plazas menos atractivas, especialmente aquellas situadas en las zonas rurales y por las que, a iguales condiciones, pocos optarían.