Las cifras del deterioro de la salud mental riojana

Uno de los datos más claros para ilustrar esta realidad es el aumento del consumo de psicofármacos en La Rioja. En una década, la dosis media por habitante de antidepresivos, el medicamento más recetado en su ámbito, ha crecido un 36%, pero también lo han hecho los antipsicóticos (27%), los hipnóticos y sedantes (18%) y los ansiolíticos (7%). Según los expertos, este incremento viene de lejos y aluden a una medicalización de la salud mental. Mayor atención, educación y prevención parecen fundamentales para reducir este nivel de consumo.

Actualmente, la red de Salud Mental la integran 24 psiquiatras (seis más que hace una década), 17 psicólogos clínicos (cuatro más), 44 personas de enfermería, 5 trabajadores sociales, 2 terapeutas ocupacionales y 101 auxiliares. Los equipos del Servicio Riojano de Salud se han reforzado en los últimos años, si bien parece todavía insuficiente. Mientras que La Rioja contaba el pasado año con 318 psicólogos colegiados (no jubilados), solo un 5% de ellos trabajaba en la sanidad pública.

En 2021, La Rioja era la tercera comunidad con números más bajos en cuanto a psiquiatras en el sistema público, con 7 profesionales por cada mil habitantes, solo por encima de Extremadura y Murcia y muy lejos de la media nacional, de 10,8, que ya se encuentra en situación más precaria con respecto a otros países comunitarios. También se encuentra La Rioja por debajo del resto del país en cuanto a psicólogos clínicos y muy lejos de la media europea.

La tradicional carencia de efecitos en el sistema público se está topando con una creciente demanda de servicios por parte de la población. Entre 2016 y 2022 (último año del que existen datos), los episodios relacionados con problemas psicológicos tratados en la Atención Primaria se han incrementado un 31%, pasando de 141.728 a 186.600.

Todas estas cuestiones inciden, además, en la población más vulnerable, que no puede hacer frente al desembolso que requiere una adecuada atención psicológica o psiquiátrica en el sistema privado, al que se pueden ver abocados. Según los datos de Atención Primaria, las personas con ingresos muy bajos tenían el doble de incidencia que aquellas con una renta superior a los 100.000 euros, diferencia que se ha agudizado en los últimos años. Por ejemplo, el 11% de los más pobres tuvieron problemas depresivos, por el 4% de los más ricos; diferencias parecidas a las que se observan en episodios de ansiedad o trastornos del sueño, entre otros apartados.

También entre 2016 y 2022, los diagnósticos por hospitalización por trastornos mentales y de comportamiento han crecido un 44%, superando los doce mil al año. Por ejemplo, los trastornos relacionados con alcohol han subido de 1.108 a 1.978; los de ansiedad, de 654 a 1.377 casos; los de personalidad, de 171 a 268...