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Ciencia e investigación: la ecuación que sigue dando masculino
Educación

Ciencia e investigación: la ecuación que sigue dando masculino

El porcentaje de mujeres que elige carreras técnicas continúa siendo minoritario, una realidad que se ve influenciada desde la infancia por los roles sociales, la falta de referentes o la autoexigencia

Víctor Soto

Logroño

Miércoles, 8 de marzo 2023, 11:48

La ciencia no tiene sexo. Y los números, tampoco. ¿O sí? Un 88% y un 12%, por ejemplo, suman un 100%. Al igual que un 82% y un 18%. Todo aparentemente neutro. Pero cuando se le añade una explicación se descubre que sí, que hay sexo. Y que es masculino.

Las carreras científicas continúan siendo un espacio aparentemente vedado a las mujeres. Por ejemplo, este curso en la Universidad de La Rioja algo menos del 12% de las matriculadas en Ingeniería Mecánica eran mujeres. La cifra se elevaba al 18% en Ingeniería Eléctrica y a un 21% en Informática. El resto, varones.

Pero la situación de la UR no es la excepción, sino la cotidiana en todos los campus españoles. Las mujeres siguen rechazando las denominadas carreras 'STEM' (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas) y también la Formación Profesional en esas ramas. ¿Por qué?

La explicación es múltiple y las causas, numerosas. Pero en lo más profundo subyace la perversa idea de que una mujer es menos capaz de sacar adelante estos estudios. Y ese germen nocivo está en la sociedad y, por extensión, en buena parte de las niñas, que rechazan estas titulaciones por complejas o inabarcables, pero abrazan otras, como la Medicina, comparablemente trabajosas, pero con ese contenido asistencial y de cuidado que parece indisolublemente unido a lo que se 'espera' de una mujer.

«Existe falta de confianza», apunta Ana González, profesora de Ingeniería en la UR e investigadora. «Las niñas sufren más inseguridad a la hora de elegir este tipo de estudios porque no cuentan con referentes», añade María Villota, graduada en Matemáticas por la UR y, actualmente, investigadora en el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y doctoranda.

«Puede resultar inexplicable, pero se sigue produciendo. Los estereotipos están ahí y se ven en niños de 11 y 12 años», añade Rosario López Gómez, profesora de Lenguajes y Sistemas Informáticos del Departamento de Matemáticas y Computación de la Universidad de La Rioja.

Las tres son mujeres, las tres brillan en sus investigaciones y ninguna asegura haber encontrado trabas para llegar a donde están. Pero atravesar ese primer umbral y atreverse sigue siendo, a día de hoy, el principal reto para las jóvenes.

«El porcentaje de abandono masculino que se produce en carreras técnicas es mucho mayor que el femenino. Las que entramos es que estamos muy decididas, mientras que si eres chico y de Ciencias parece que lo natural, lo que socialmente se pide, es cursar una ingeniería», argumenta Villota.

«Yo solo animo a las jóvenes a intentarlo, a matricularse si les gusta. Que no se pongan límites ni se autoboicoteen porque merece la pena. Más vale perder un año e intentarlo que estar toda la vida pensando si podías haber sido capaz», incide González.

Investigación

Si siendo mujer aún resulta residual emprender una formación (ya sea básica, media o superior) en el ámbito científico, las estadísticas añaden que, posteriormente, la mujer es aún más refractaria a la investigación. Y aquí se presentan otros porqués.

El primero, una cuestión de lógica numérica que pone negro sobre blanco Ana González: «Si no hay masa crítica en la base, en los estudios de grado, difícilmente pueden salir investigadoras».

El segundo, y que vuelve a enredar lo académico con lo social y lo personal, es la denominada conciliación. «En el mundo universitario se ve lo rápido que suben los investigadores y lo que les cuesta a las mujeres, sobre todo cuando se es madre. No sé si faltan horas al día, si cambian los objetivos, se reduce la ambición y aparece cierto conformismo... Pero la conciliación impide ir tan rápido», argumenta la profesora Rosario López. Ella, de manera natural, decidió apostar por la faceta profesional. Pero a los hombres no se les plantea esa dicotomía.

Eso se percibe también en los fríos datos. Por ejemplo, según el informe 'Científicas en cifras 2021' (el último publicado), en España solo siete de cada cien profesoras universitarias estaba adscrita a facultades o escuelas de ingeniería y tecnología. En catedráticas de las mismas ramas, el porcentaje subía muy ligeramente, hasta el 9%. Así que, en la carrera de fondo que supone la investigación (y la docencia) son muchas mujeres las que prefieren dar un paso a un lado.

Y, curiosamente, vuelve a repetirse, como factor determinante y según un reciente estudio del CSIC que pone el foco en las Matemáticas, una razón psicológica que ya se ha visto en la niñez: las mujeres tienden a evaluar sus aptitudes de forma más negativa que los hombres. Es decir, las investigadoras son más críticas consigo mismas que sus compañeros varones.

Pero la realidad es que la investigación se enriquece de forma notable cuando es compartida entre mujeres y hombres. «Se ve, por ejemplo, en la tendencia a los grupos multidisciplinares. Hay un montón de habilidades que cada uno y una puede aportar para enriquecer los proyectos», concluye Rosario González.

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