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La peor época de la crisis echó por tierra las cenas de empresas por Navidad hasta que el año pasado volvieron a resurgir con cierta alegría. Fue un respiro para los hosteleros logroñeses, que confiaban en que el brío recuperado fuera en aumento, pero, aun teniendo en cuenta que hay locales con todo ocupado, a fecha de hoy no se han cumplido las expectativas. Esto es al menos lo que afirma el presidente de la Asociación de Hostelería Riojana, integrada en la (FER), Francisco Bergés, quien concluye que la campaña no se está recuperando como se esperaba.
«El año pasado repuntó y esperábamos que siguiera la misma tónica, pero no está siendo así. Con el agravante de que cada vez se pide el menú más barato posible», explica en referencia a un sector que, según sus datos, está facturando de forma global entre el 2% y el 3% menos que el año pasado. «Ahora venimos de un 'puente' muy flojo', el que tenía un poco se ha ido y ha regresado sin nada. La Laurel y San Juan, muy bien. Pero, el resto, poco. Se dice que no hay nada más que bares, pero esto va a dejar de ser así».
El presidente de Arbacares, Enrique Arévalo, afirma que las reservas se están concentrando excesivamente en los viernes, 14 y 21 de diciembre, y además, se está notando que se están llenando con mucho retraso. «Como mucho esperamos repetir el número del año pasado, no más. No vemos el aluvión de reservas anticipadas de otros años». Por otro lado, advierte de que el concepto de cena de empresa ha desaparecido tal y como se entendía y ha evolucionado hacia otros formatos. «Cada vez se va más a bodegas, sociedades gastronómicas. No renunciamos a las buenas costumbres hispanas, pero el bolsillo no está más alegre que otros años», indica. El portavoz de la Asociación de Hostelería y Restauración de La Rioja también se refiere a un «puente apático» y no es mucho más optimista al referirse a los tradicionales cotillones navideños. «Hasta la fecha sólo hay un cotillón lleno, la gente espera. Y, si sigue este tiempo, prefieren tener la celebración en la calle».
Ángel Martínez, de 'El Portalón', en Portales 1, un clásico para el encuentro de amigos y compañeros de trabajo, no se puede quejar. Tiene reservas desde septiembre y ya «están completos», aunque la novedad que empiezan a notar es, sencillamente, «que cada vez hay más gente que no aparece». «Tienen prisas por hacer la reserva, muchos la hacen para por si acaso, y por nuestra parte se intenta que se pague una señal previamente, pero se resisten cada vez más. Con muchos te llevas la sorpresa cuando ves que no aparecen». En cuanto al volumen, señala que las cenas se concentran los fines de semana y el gasto medio por persona es de 40 euros.
Frente a la fórmula clásica de las cenas en restaurantes, están surgiendo también otras alternativas de éxito. Así, el Asador San Quintín, con servicio de restaurante y catering, se ha especializado en el evento conocido como 'copa de Navidad', un cóctel pagado por la empresa y ofrecido directamente en las mismas instalaciones para celebrar un encuentro en ambiente distendido. «Este viernes hemos preparado uno para 120 personas y estamos preparando otro para los 400 empleados de Ramondín», señala Raquel Jiménez, gerente de este negocio que no se limita a los menús, «también facilitamos si se quiere los camareros, el mobiliario... y trabajos a domicilio o donde se nos requiera», señala.
Desde el Restaurante Buenos Aires, con nueva dirección desde hace dos meses, las cenas de empresa sí son estos días uno de sus fuertes. «De hecho, la primera reserva que tuvimos fue de una empresa, la mayor parte se concentran el viernes y el sábado», afirma y, al menos en su caso, asegura que «no se negocia el menú a la baja».
Desde el Mesón El Cid también comparten el mismo diagnóstico, y de hecho estos días ya cuelgan el 'completo'. Eso sí, los márgenes no son los que eran y sí que han apreciado que cada vez se mira más el precio.
«Nosotros desde septiembre tenemos reservas». El sentir es otro en un restaurante de la calle Galdós, lugar tradicional de cenas durante estos días, donde sí reconocen que la situación «está muy floja, cada vez peor». «Estamos a la expectativa, te llaman mil veces, te marean y hasta estas alturas no tenemos nada claro. Antes las comidas de empresa las pagaban las empresas y entonces sí se llenaba, pero ahora entre los trabajadores, muchos no están fijos y no quieren gastar. Es normal», resume la dueña del establecimiento, que prefiere permanecer en el anonimato.
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