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Justo Rodríguez
El cementerio de El Salvador de Vitoria y un salón de culto, focos de la propagación colectiva en Haro

El cementerio de El Salvador de Vitoria y un salón de culto, focos de la propagación colectiva en Haro

La mayor expansión del virus en España se originó hace quince días en un sepelio en la capital alavesa, seguido por más de cien personas, y desató la alarma en una barbacoa

Roberto Rivera | E.C.

Domingo, 8 de marzo 2020, 10:40

Todas las miradas en la gestión de la crisis del coronavirus se dirigen a un sepelio celebrado el pasado 23 de febrero en el tanatorio del cementerio de El Salvador en Vitoria, a las afueras de la ciudad. Allí se reúnen numerosos allegados de un hombre fallecido a los cuarenta años para despedirle. Un día después del velatorio, se produce la ceremonia del entierro en el mismo camposanto. Entre las más de cien personas que acuden al luctuoso encuentro hay «cerca de una treintena de vecinos de Haro». También «una pareja de Vitoria que habría estado en Italia», según el testimonio de algunos de los presentes.

Ninguno de ellos se plantea entonces la posibilidad de que ese sepelio acabe convirtiéndose en el origen del mayor foco de contagio del coronavirus conocido hasta ahora en España. El paciente cero, de 52 años y originario de Haro aunque residente en Casalarreina, acude al servicio de Urgencias del Hospital Santiago Apóstol de Miranda el domingo, 1 de marzo. Como muchos de sus familiares, había participado en el funeral, pero no sabía que se iba a revelar como el primer positivo de una línea de expansión que ha provocado al menos 39 contagios en Haro, de apenas 11.000 habitantes. Aún sigue ingresado en Miranda.

No es de extrañar que sus pasos se hayan seguido con lupa y una indudable inquietud por parte de las autoridades sanitarias. Pocos días después del sepelio, organiza una barbacoa en su casa de Casalarreina, con motivo de un cumpleaños. Posteriormente, se somete a cuarentena a todos los participantes. También a los vecinos con los que podría haberse relacionado en el municipio de su familia.

Con los primeros síntomas de la enfermedad, el hombre acude al centro de salud de Haro. Esta visita ha obligado a hacer la prueba del coronavirus a los profesionales que le examinaron cuando nada parecía señalar al patógeno de Wuhan. Se decreta el aislamiento para al menos cuatro sanitarios.

Pero la propagación del virus no sólo se produjo en el velatorio y el posterior entierro. Se investiga una línea de contagio en un lugar de culto evangelista de Haro al que asisten participantes en la ceremonia oficiada en El Salvador entre las varias decenas de feligreses más que participan todas las tardes, de lunes a viernes.

También allí se aplican las medidas de control, situando en estado de confinamiento a alrededor de cuarenta personas. El salón de culto religioso queda clausurado. Y se abre un periodo de tensa espera.

Un escolar afectado

La presencia de vehículos policiales en Haro para controlar dos domicilios -situados en las calles Conde de Haro y el Arrabal- y la salida de una de las confinadas para ser atendida en el Hospital San Pedro de Logroño, con la asistencia de varias ambulancias medicalizadas, acentúan ese clima de preocupación y hasta de sospecha que circula por el municipio, próximo a Vitoria y lugar de referencia para muchos alaveses y vizcaínos.

Pero lo peor está por llegar. Durante la tarde del jueves y la mañana del viernes pasados afloran los datos que confirman la eclosión de ese contagio colectivo. La propagación ha llegado incluso a un colectivo que apenas sufre el virus: se ha confirmado el positivo en un menor de edad, un alumno de cuarto de Primaria del Colegio San Felices.

No todos son malas noticias. Los participantes que convivieron en la barbacoa con el paciente cero han superado la cuarentena sin síntomas de nada. Respiran más tranquilos.

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