Era la madrugada del 1 de julio de 1997 y el comandante del GAR José Miguel Ramos esperaba en el cuartel de Eibar la orden para actuar en un operativo que dirigía el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Todas las unidades que participaban ... en la operación tenían un objetivo y partían desde un punto oculto próximo. «Esa noche estábamos activados y cuando estás activado estás en disposición de actuar cuando te digan porque tampoco sabes el momento exacto en el que vas a ir», relata. En cualquier caso, «el dispositivo estaba preparado para intervenir esa noche. Improvisación poca después de tanto tiempo investigando».
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Llegó la orden y el destino del comandante de la unidad de élite de la Guardia Civil con sede en Logroño era detener a Jesús Manuel Uribetxeberria Bolinaga. Entraron en su casa, de madrugada, estaba durmiendo, también sus padres, con quienes vivía. Le despertaron y al preguntarle quién estaba con el secuestrado, el etarra respondió que solo había un perro y «efectivamente en la nave había un perro», detalla el comandante Ramos.
Al principio, según recuerda, Bolinaga se mostró sorprendido, pero a medida que fue pasando el tiempo «estaba más tranquilo». De ahí se lo llevaron a la nave de Mondragón, en la que él mismo, Xabier Ugarte Villar, José Luis Erostegui y José Miguel Gaztelu Otxandorena mantuvieron secuestrado 532 días a Ortega Lara.
«Al principio se inició el registro, no se encontraba nada y gracias a la persistencia y la experiencia de otros operativos en los que ya había pasado que moviendo cosas se abrían dispositivos, se encontró una rendija se vio luz y a partir ahí, entraron», cuenta.
José Antonio Ortega Lara subió poco después y parte del operativo, incluido el comandante Ramos, le acompañó hasta San Sebastián. «Recuerdo la imagen de un hombre completamente delgado, completamente desorientado, incluso media hora después de salir del agujero», describe.
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Ese momento, detalla, «fue uno de los mejores de toda mi carrera profesional. Empecé de guardia, ahora que soy comandante y que me quedan pocos meses para pasar a la reserva, recuerdo ese día como un día especial». De hecho, cuenta que aún hoy se emociona recordándolo porque «fue tanto lo que batallamos, tantas veces que habíamos vivido este tipo de circunstancias con otras personas y tanto esfuerzo que nunca resultaba positivo porque antes se producía la liberación por el motivo que fuese, ya sea el pago o lo que fuera, que ver que tanto esfuerzo dio resultado...». Al final, «lo celebramos todos como si nos hubiese tocado la lotería».
El rescate del funcionario de prisiones, que había sido secuestrado 532 días antes en el garaje de su casa, en Burgos, de regreso de la cárcel de Logroño donde trabajaba, fue el fruto de todas las investigaciones que hizo la Jefatura del servicio de Información, la unidad de Investigación, tanto de Madrid, como del servicio de Información de Guipúzcoa y del Norte. «La participación más importante no fue solo ese día, sino también todo el trabajo previo de investigación por parte de las unidades de inteligencia y de batir monte, ciudades, de control de zonas, buscar indicios...», precisa.
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Tras el operativo, cada uno regresó a su puesto «porque la batalla había acabado ese día, pero teníamos que seguir trabajando». Fueron años «durísimos para todos», lamenta, desde la población civil del País Vasco, a las unidades policiales y personal de defensa que hacía la vida allí.
«Aquellos años fueron una pesadilla, que se vivió, está ahí, fue real. Ahora vas y parece que no ha pasado nada, pero cuando miras al lado ves que han pasado muchas cosas», concluye el comandante Ramos.
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