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La escena resulta, cuando menos, contradictoria. En plena Gran Vía hay puestos que venden castañas asadas, un producto que se asocia tradicionalmente al otoño; si bien a escasos metros un termómetro marca temperaturas más propias del verano. Son las paradójicas situaciones que está deparando ... este denominado 'veroño'.
La Rioja registró este jueves una máxima de 27,8 grados en Calahorra. Y se rebasaron los 20 en todos los principales municipios de la región, con 'picos' de 27,5 grados en Logroño y 27,4 en Haro, por citar algunos ejemplos.
Con este buen tiempo, que invita más al helado y al granizado, abren los puestos de castañas. «Se está consumiendo algo menos con este calor aunque, afortunadamente, la gente asume que se trata de un fruto del otoño y se vende bastante bien», asegura Santiago Palacios Cuesta, gerente de El Castañero, una empresa establecida en Alesón que cuenta con 74 puntos de venta repartidos por toda la franja norte del país.
A favor de que no se pierda la costumbre de comer castañas juega que «se trata de un producto sano, natural y sin adulterar». «Los ciudadanos cada vez cuidan más de su salud», afirma.
También que los puestos que, en otros años más fríos, dotan de calidez a las localidades llegada esta época sólo permanecen a pie de calle entre principios de octubre y finales de enero. «La tradición en Cataluña es comer castañas y boniatos antes de Todos los Santos; en el País Vasco el consumo aumenta en diciembre, cuando se celebra el Olentzero; y en La Rioja prolifera más hacia Todos los Santos», comenta el responsable de El Castañero.
«Aquí existe un gran conocimiento de este fruto, aunque en Logroño las ventas han caído mucho en los últimos diez años con la aparición de las grandes superficies en las afueras de la ciudad», sostiene.
En el 2017, la cosecha de castañas ha menguado de forma significativa por efecto de la sequía. «Hay poca producción, pero de una calidad bastante buena», indica. Así, los precios se han incrementado de forma notable para los distribuidores, aunque no en todos los casos se le ha repercutido al cliente final. La docena de castañas se sitúa en torno a 2,5 euros.
Los riojanos continúan fieles a este fruto por su versatilidad. «La castaña se puede comer asada, cocida y se utiliza mucho como aderezo de postres, platos de caza y guisos», apunta Palacios Cuesta. Por tanto, no duda en calificarla de «producto estrella, el que pone la guinda». Sea en verano, otoño o 'veroño'.
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